Recordando los Viejos Tiempos:
“EL CERRO PISHI…Una Leyenda viva en
San Juan del Cid”
Por Dr. Nelson Muy Lucero. MD
“Yo
llegué y grite a todo pulmón con estribillos de felicidad, al coronar el CERRO
PISHI…pero nunca me imagine que este me iba a responder desde el funesto vacío
de la montaña, con un corajudo alarido, devolviéndome el eco de mis palabras,
emitidas por un extraño, que llegó a inquietar su apacible y emblemático
entorno natural”.
La parroquia SAN JUAN DEL
CID, Se encuentra sobre los 2.500 m.s.n.m, ubicado a 20 km, desde el cantón
turístico de Gualaceo; siempre habría sido un paraje bastante solitario y desolado,
salvo en las romerías y fiestas populares.
Recorrer sus calles
aceptablemente delineadas, silenciosas y melancólicas, nos hace pensar en
tantas historias que debieron ver esas paredes de su tierra, esos rincones, su
iglesia, las montañas, los pajonales, esos viejos capulíes y duraznales que
sobreviven en pequeños huertos al borde de las pendientes.
Otra paradoja de aquel asentamiento
del pueblo es la zona que tiene una forma perfecta para el tambo (zona de
descanso). Una de las razones por las que se quedaron los exploradores blancos,
aprendiendo a convivir con la indomable raza de la resistencia, que se vieron
obligados a replegarse a las alturas, desde las faldas del cerro Pishi, hasta
el cuzhín.
Su pequeña Iglesia, con
las viejas casas de tapiales, adobe, madera y bahareque, rodeando a la gran
plaza, dándole un ambiente esotérico, acentuado por el silencio del abandono,
de muchos de sus antiguos dueños. Y en
ese mismo lugar de magia y melancolía no podía faltar una bella leyenda, con
cierta base histórica y final triste por su pobreza.
Luego del caminar por la planicie,
que rodea a la población de San Juan del Cid, nos atrevemos a ascender y trepar
camino arriba por las faldas del milenario cerro, a pocos kilómetros del centro
parroquial...de repente nos encontramos con un paraje sobrecogedor, de increíble
verdor, en el frente del caminante donde se abre un extenso horizonte lleno de
pajonal, que incluso, desde muy lejos se vislumbra en las alturas, el solitario
e imponente CERRO PISHI, inmenso en altura, compacto, su cambiante forma en su
cumbre, dependiendo del lugar desde donde se lo mire es la causante de
admiración de propios y extraños en los atardeceres “sanjuanences”.
Su llanura es espectacular,
con una enorme depresión del terreno, en su parte central, como para dar
crédito a lo que ya nos contaron “…esas narraciones de hechos reales nos
llegaron hasta nuestros días, que en lo más alto de este cerro, yacía una
inmensa laguna, la misma que fuera resecada por los invasores, para llevarse
los tesoros escondidos en sus entrañas…” y que gracias a la resistencia
indígena, a pesar de su saqueo, ha sido reconocida como su “Monumento Natural”,
que es y seguirá siendo un lugar verdaderamente único para gozar de sus
atractivos naturales, junto a sus codiciados yacimientos de tierra blanca
materia prima de los ceramistas.
En todo ese conjunto se
destaca su gran biodiversidad en SU FLORA Y FAUNA que conforma un paisaje de
una belleza extraña, curiosa, inesperada y como fuera de lugar, acompañados de
los intensos fríos con vientos envolventes, que atraen la nubosidad reinante,
tornándose impenetrable y lúgubre ese lugar.
Acercándonos a cualquiera
de sus lados, es sin duda un mirador, de los espectaculares barrancos
arcillosos de tonos rojizo y blanquecino; pero al asomarnos al precipicio nos
produciría una gran sensación de vértigo, quizá por lo grandioso y lo solitario
del entorno montañoso a gran altura.
Con la tranquilidad, la
calma y el misterio que allí se respira, la mente se evade y viaja a lugares y
situaciones que llenan de bienestar al cuerpo y alma…merece la pena sentarse a
descansar un buen rato en una peña de cangao.
Es un lugar mágico sin
duda que nos invita a explorar cada roca en eterna búsqueda de hallazgos de
culturas anteriores que allí dejaron su huella, un sitio fantástico para los
aficionados a la fotografía, especialmente en sus atardeceres, cuando los
barrancos adquieren su propio tono de color terroso, rojizo y blanquecino aún
más acentuado, por los rayos candentes del sol.
En definitiva este será un
privilegiado lugar en la geografía interandina, de obligada visita, para
disfrutar con calma su naturaleza, su historia y sus misterios, que se han
contado de generación en generación, sobre el CERRO PISHI.
SAN JUAN…UN MILENARIO PUEBLO
Dr. N. E. Muy
Lucero
Venimos de ese pueblo del PISHI,
Tomando agua de la lluvia
Que libre baja por esa montaña
Regando los sembríos.
Regando los sembríos.
Venimos desde ese pequeño pueblo
Donde están los nidos del multicolor colibrí
Desde el lugar natal de la resistencia
Tierra de hombres que inspiran rebeldía
Venimos de ese pueblo leyenda viva
Con sus mitos y tradiciones
Que saben romper sus ataduras,
Para liberar sus emociones con canciones.
Venimos de SAN JUAN en Gualaceo
Un pueblo que hizo historia
Caminantes de chaquiñanes
Que resistieron invasiones
Defendiendo a su pachamama.
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