martes, 15 de octubre de 2013

SAN JUAN...es una leyenda viva gualaceña


Recordando los Viejos Tiempos:


“EL CERRO PISHI…Una Leyenda viva en San Juan del Cid”

Por Dr. Nelson Muy Lucero. MD




“Yo llegué y grite a todo pulmón con estribillos de felicidad, al coronar el CERRO PISHI…pero nunca me imagine que este me iba a responder desde el funesto vacío de la montaña, con un corajudo alarido, devolviéndome el eco de mis palabras, emitidas por un extraño, que llegó a inquietar su apacible y emblemático entorno natural”.

La parroquia SAN JUAN DEL CID, Se encuentra sobre los 2.500 m.s.n.m, ubicado a 20 km, desde el cantón turístico de Gualaceo; siempre habría sido un paraje bastante solitario y desolado, salvo en las romerías y fiestas populares.  
 
Recorrer sus calles aceptablemente delineadas, silenciosas y melancólicas, nos hace pensar en tantas historias que debieron ver esas paredes de su tierra, esos rincones, su iglesia, las montañas, los pajonales, esos viejos capulíes y duraznales que sobreviven en pequeños huertos al borde de las pendientes. 

Otra paradoja de aquel asentamiento del pueblo es la zona que tiene una forma perfecta para el tambo (zona de descanso). Una de las razones por las que se quedaron los exploradores blancos, aprendiendo a convivir con la indomable raza de la resistencia, que se vieron obligados a replegarse a las alturas, desde las faldas del cerro Pishi, hasta el cuzhín.

Su pequeña Iglesia, con las viejas casas de tapiales, adobe, madera y bahareque, rodeando a la gran plaza, dándole un ambiente esotérico, acentuado por el silencio del abandono, de muchos de sus antiguos dueños.  Y en ese mismo lugar de magia y melancolía no podía faltar una bella leyenda, con cierta base histórica y final triste por su pobreza.




Luego del caminar por la planicie, que rodea a la población de San Juan del Cid, nos atrevemos a ascender y trepar camino arriba por las faldas del milenario cerro, a pocos kilómetros del centro parroquial...de repente nos encontramos con un paraje sobrecogedor, de increíble verdor, en el frente del caminante donde se abre un extenso horizonte lleno de pajonal, que incluso, desde muy lejos se vislumbra en las alturas, el solitario e imponente CERRO PISHI, inmenso en altura, compacto, su cambiante forma en su cumbre, dependiendo del lugar desde donde se lo mire es la causante de admiración de propios y extraños en los atardeceres “sanjuanences”.




Su llanura es espectacular, con una enorme depresión del terreno, en su parte central, como para dar crédito a lo que ya nos contaron “…esas narraciones de hechos reales nos llegaron hasta nuestros días, que en lo más alto de este cerro, yacía una inmensa laguna, la misma que fuera resecada por los invasores, para llevarse los tesoros escondidos en sus entrañas…” y que gracias a la resistencia indígena, a pesar de su saqueo, ha sido reconocida como su “Monumento Natural”, que es y seguirá siendo un lugar verdaderamente único para gozar de sus atractivos naturales, junto a sus codiciados yacimientos de tierra blanca materia prima de los ceramistas.

En todo ese conjunto se destaca su gran biodiversidad en SU FLORA Y FAUNA que conforma un paisaje de una belleza extraña, curiosa, inesperada y como fuera de lugar, acompañados de los intensos fríos con vientos envolventes, que atraen la nubosidad reinante, tornándose impenetrable y lúgubre ese lugar.

Acercándonos a cualquiera de sus lados, es sin duda un mirador, de los espectaculares barrancos arcillosos de tonos rojizo y blanquecino; pero al asomarnos al precipicio nos produciría una gran sensación de vértigo, quizá por lo grandioso y lo solitario del entorno montañoso a gran altura.

Con la tranquilidad, la calma y el misterio que allí se respira, la mente se evade y viaja a lugares y situaciones que llenan de bienestar al cuerpo y alma…merece la pena sentarse a descansar un buen rato en una peña de cangao. 

Es un lugar mágico sin duda que nos invita a explorar cada roca en eterna búsqueda de hallazgos de culturas anteriores que allí dejaron su huella, un sitio fantástico para los aficionados a la fotografía, especialmente en sus atardeceres, cuando los barrancos adquieren su propio tono de color terroso, rojizo y blanquecino aún más acentuado, por los rayos candentes del sol.

En definitiva este será un privilegiado lugar en la geografía interandina, de obligada visita, para disfrutar con calma su naturaleza, su historia y sus misterios, que se han contado de generación en generación, sobre el CERRO PISHI.

SAN JUAN…UN MILENARIO PUEBLO

Dr. N. E. Muy Lucero

Venimos de ese pueblo del PISHI,
Tomando agua de la lluvia
Que libre baja por esa montaña
Regando los sembríos.

Venimos desde ese pequeño pueblo
Donde están los nidos del multicolor colibrí
Desde el lugar natal de la resistencia
Tierra de hombres que inspiran rebeldía

Venimos de ese pueblo leyenda viva
Con sus mitos y tradiciones
Que saben romper sus ataduras,
Para liberar sus emociones con canciones.

Venimos de SAN JUAN en Gualaceo
Un pueblo que hizo historia
Caminantes de chaquiñanes
Que resistieron invasiones
Defendiendo a su pachamama.



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