viernes, 21 de marzo de 2014

"Era un frío tenebrante que recorría mi cuerpo, cuando escuchaba comentar lo ocurrido...en mi pueblo"





LAS SUPERTICIONES DE LOS GUALACEÑOS



Por Dr. Nelson Muy Lucero MD

LAS MUERTES NO NATURALES

Fueron épocas donde la mayor parte de la población GUALACEÑA, eran “labriegos” trabajadores del campo, por lo que había bastantes probabilidades de que fueran alcanzados en cualquier momento por un rayo durante las tormentas, en las inmensas y desoladas llanuras. Desde que tuve uso de razón, sentía pánico, es decir un miedo ancestral frente a los fenómenos naturales debido a que no los podíamos controlar.


La muerte por accidente, era considerado como castigo o como el efecto de un poder maligno, diabólico.

Se conocieron casos especiales de fallecimiento, como aquellos causados por el rayo, por ahogamiento, por el embestido de un animal, por la caída de una acémila, un “tropezón”, por atragantamiento, por accidentes de tránsito,  etc. indudablemente fueron considerados como un castigo, más claro que ninguna otra forma de muerte repentina; el homicidio, que trae por consecuencia que el espíritu del difunto no descanse hasta que el asesino haya sido castigado y, muerto también, haya pasado a la eternidad como” condenado; y finalmente, la muerte por embrujo, que generalmente es un fallecimiento tras breve enfermedad, extraña y desconocida, y aún dolorosa, de una persona joven o madura, en la plenitud de sus fuerzas.

Estas eran las muertes que ocasionalmente provocaban gran temor y para tratar de aplacarlas se ejecutaba todo un ritual.

Se rezaba y se recurría a Santa Bárbara y se encendían velas “benditas” que las tenían bien guardadas y que fueron bendecidas un viernes Santo.

Se colocaba una cruz en el lugar del suceso, y cuando la gente cruzaba por allí iba amontonando piedras a su alrededor. (Estos rituales fueron costumbres traídas por los españoles).

En nuestro pueblo hay cruces en todo lado, en las colinas cercanas y lejanas del pueblo, de igual manera en los bordes de los caminos vecinales y carreteros. En lugares bajo enormes arboles donde fallecieron por resguardarse de una tormenta lo mató un rayo.

Mi abuelo le asistió a un amigo en una tarde de truenos y lluvia torrencial, a quien lo mató un rayo en la puerta de su propio establo...lo encontró agonizante.


Ahora puedo entender el porqué del “pánico” que sentía mi abuelita, mi madre y los vecinos cuando se avecinaban las tormentas...el día se obscurecía, los ríos y las quebradas crecían desbordándose, mientras arreciaba la lluvia y los vientos fuertes.





EL LUTO GUALACEÑO 

Durante el luto había ciertos formulismos que había que seguir rigurosamente. Según la cercanía en la línea de parentesco el luto duraba más o menos tiempo. Para los padres y hermanos se guardaba como mínimo 3 años, ya desde mi generación duraba únicamente un año, durante el cual las hijas no podían ir al baile, ni acudir a fiestas. Para ir a la Iglesia en lugar de mantilla usaban un sobrio velo.

Se vestían totalmente de negro, y sobre los dos años se ponía alivio de luto, que consistía en poner sobre el negro algún detalle blanco.

En los entierros el féretro lo portaban usualmente los familiares, aunque lo podían hacer sus amigos o cualquier vecino con mayoría de edad, desde la casa del duelo hasta la Iglesia.

El pésame se recibía en la puerta del cementerio, o en la casa del fallecido. Hasta en estos momentos contaba el estatus social del difunto, que se medía por la cantidad de curas que oficiaban el sepelio.

Existió la ceremonia popular (denominado lavatorio, paigasa o despacho) de lavar en la quebrada o ríos, de quemar la ropa y/o los objetos personales del difunto, en el cuarto o quinto día de la semana que sigue a su fallecimiento. 

Popularmente aceptada era la creencia de que las “almitas” se hacían presentes ante parientes y amigos para recordarles sus obligaciones (de una vela, o ceremonia en su tumba, en determinados días), o cuando insisten demasiado con sus visitas para pedir una "misa de almas". 

Se dice que el almita pide por medio de sueños su vela, o su parte, pero si no le hacen caso, le quedan otros recursos más fuertes: un susto repentino, una caída inexplicable, un accidente con un tobillo desgarrado, etc., con esto convencerán finalmente al deudo dejado, que debe apurarse en cumplir con sus obligaciones para con el finado.

A veces la creencia obligaba a pensar que “las almitas” aparecían para entregarles un buen consejo.


LAS BRUJAS

Como estos seres “las brujas” tenían poderes mágicos, y volaban, entrando normalmente por las chimeneas. 


Para evitar este allanamiento de morada, se ponían las tenazas en el fogón de la chimenea en forma de cruz, y se decía: Si viene Dios que vea la luz. Si viene el diablo que vea la Cruz

A las brujas se las reconocía, porque aquellas mujeres, cuando alguien les "caía mal" les predecían alguna desgracia, que añadida al miedo y la superstición, a veces se cumplían.

En nuestra sociedad se tejieron, una gran cantidad de historias alrededor de estos personajes.

Habían mujeres señaladas en algunas comunidades como si se trataran realmente de Brujas, a ellas, no se les aceptaban ninguna invitación, mucho peor cuando estas les brindaban algun alimento, por temor que al ingerirlas les “brujeen” provocándoles “males” incurables.


Para contrarrestar este "mal" hecho provocado por alguna bruja o, algún otro ser maligno, se acostumbraba a rociaban todas las habitaciones de la casa con agua bendita, y se salía de cada una de ellas de espaldas y rezando, para luego proceder a encender las “velas benditas”.

Los niños, eran una presa fácil para estas creencias, provocándoles temor, lo que les causaba el llorar desconsoladamente; cuando se presentía que la "presunta" bruja estaba cerca, la mayor parte de las veces, para alejarla solo bastaba con amenazar con algún contra efecto, y deshacer el hechizo, utilizando agua bendita y las ramas de ruda que se las colgaban en el portón de entrada a la casa.

Se sabía que podían echar un “mal de ojo” a los recién casados, para que no puedan "consumar" su luna de miel, ya que ello provocaba que cuando uno se subía a la cama, el otro se caía.

El día de Noche Buena, era muy especial para estos seres. Pasando la media noche se temía que podía pasar cosas horripilannnnntes...Era una razón mas que suficiente, para que a los niños jamás se les dejaría solos. Incluso para salir a la “misa del gallo”, siempre se dejaba recomendando a algún adulto para su cuidado, porque se decía que: de 12 a 1 andaba la mala fortuna, pero que de 1 a 2 andaba la Madre de Dios.

Los poderes que tenían estos seres, se comentaba que se transmitían en los últimos momentos en la vida de la "presunta" bruja, normalmente era acreditada a alguien de la familia, con solo darle la mano, pero si esta persona no era de su agrado aceptarlo, le daban una caña a la cual se asía y después, la quemaban.

Había la costumbre de vestirse de negro, con sombrero en forma de cono, máscara y una escoba, como si pretendiera volar, para lograr provocar miedo a la gente. Algunas “brujas”, se aprovechaban para llevarse la comida del fuego, y la dueña de la comida no lo denunciaba o protestaba, por miedo a la "represalia” o a la maldición de la bruja.

Existen espeluznantes historias que se contaban alrededor de una hoguera en los campamentos o en reuniones en el pueblo.


viernes, 14 de marzo de 2014

"En el ocaso de nuestras vidas..."



“LA NOCHE DE UN VELATORIO
EN MI PUEBLO...”

Por Dr. Nelson Muy Lucero


 Los funerales...Recordando el Ayer

A mi abuelita la conocí valiente y decidida, dicharachera, simpática y a veces bravucona. Todo lo que decía o hacía me cautivaba. Su mente abierta, tirando a rebelde, dueña de una intuitiva inteligencia, casi nada se le escapaba, con su rostro duro de piel arrugada y cremada por el sol, sus articulaciones deformadas señal inequívoca del paso de los tiempos. Sin olvidar su pasado y apegada a los recuerdos de su infancia junto a los suyos, tenía todo el encanto de una hada de los bosques.

Aquella mujer ingeniosa y divertida, era tan especial, era una persona que te cautivaba y te transportaba a través del tiempo con una facilidad asombrosa, Dueña de un rostro serio pero cuando sonreía denunciaba su ternura. sus ideas las iba hilvanando para írmelas hablando y contando una tras otra bellas historietas de todo y de todos, con una nitidez y naturalidad impresionantes, adornados con ese humor ingenioso y divertido que te hacía reír constantemente mientras navegábamos  por el túnel de los recuerdos en el tiempo...eufórica comentaba de sus vivencias en familia...¡tengo la cabeza más buena que la tuya, me decía mientras sonreía...!

¡Casi nada!, más de noventa años llenaban la vasija de vida en esta buena mujer. ¿Quizás fue ella la predestinada de su generación que nos quedaba para recordar y contar con tanta lucidez aquellos sucesos de su tiempo?

En una cierta ocasión se le ocurrió decirme algo de lo que ella presentía...que hoy la gente se moría de cualquier cosa, pero la verdad era me decía, que uno se muere cuando le había llegado la hora.

¿Abuela Rosa, qué le parecería a usted, si les escuchara a sus nietos tutear a sus padres?

“No me parecería bien decía. La verdad es que a mí no me gustaría, porque sería como perderles el respeto. Los padres siempre deben ser los padres... ya está. Hoy parece que los padres y los hijos son familia pero en retirada, alejados. Antes en las casas se hablaba más entre la familia”.

¿Recuerda usted cómo era la noche de un velatorio, Abuela Rosa?

“Todos en el pueblo íbamos al velatorio; unos antes y otros después. Por cualquier cosa se reía uno, pero aquello no era bonito. En la madrugada se conversaba de todo, como si olvidáramos el momento. Las botellas nunca faltaban, con licor o gaseosa daba igual, los dulces, las roscas acompañando al café negro, y en la madrugada el hirviente caldo de gallina...mientras por la mañana se visitaba cuando uno podía. Al acompañamiento iba muchísima gente. Ahora esta costumbre  ha cambiado radicalmente. Los velatorios ya no son lo que fueron”.

En los años que pasaron, los gualaceños nacían y morían en su casa, rodeados de los suyos y de lo suyo. Ahora contamos con la existencia de los amplios salones acondicionados para el velatorio; hoy al difunto se le saca de su casa para trasladarlo al negocio rentable de la muerte, “al gran salón de velaciones”.

Es un paso que dimos sin meditarlo en el tiempo, rumbo a una nueva costumbre -seguida por todos- , dándose por terminado radicalmente con una de las tradiciones gualaceñas más antiguas: el velatorio en la casa del anfitrión, “el muerto”.

No podemos negarlo bajo ningún sentido, lo sabemos bien, pero los gualaceños hemos ido de forma imperceptible, acabado de sacar de casa casi todo tipo de celebraciones: los cumpleaños, aniversarios, primeras comuniones, reuniones familiares, etc.

Pero para los adultos mayores que han visto morir a sus abuelos y padres en casa, en su habitación, en su cama, siempre será un cambio total, que muchos no acabarán aceptándolo: “Yo nací en esta casa y aquí moriré” será la sentencia heredada tradición de los respetados mayores...afirmándola como su última voluntad. Aunque una vez muerto, ningún caso harían a su razón y opinión.

En la actualidad, vemos al salón velatorio como un lugar limpio y acondicionado, un lugar pensado y diseñado para satisfacer todas las necesidades de los familiares en esos momentos de dolor...como una forma cómoda y práctica para despedir a un ser querido,  

Recordemos algo de mi infancia, aquellos velatorios en la “casa del muerto” fueron uno de los actos sociales que siempre me impresionaron. Lejano quedo ya aquél pequeño pueblo donde los niños nos criamos rodeados de adultos mayores, a los cuales hemos visto envejecer, enfermar e incluso morir. La muerte en el pueblo nunca se le ha ocultado a un niño, lo hemos sentido como algo normal y natural.

Así ocurría en un velatorio tradicional:

El anuncio de la muerte de un gualaceño, recorría el pueblo como la pólvora. No era como en las grandes ciudades donde no se enteran ni los vecinos. Este era un acto social al que todo gualaceño se veía obligado a asistir, como señal de solidaridad y vecindad. En los conversatorios nos enterábamos que eran muchos los gualaceños que anticipándose a su muerte le dejaban encargando a un familiar el traje que querían que se les ponga el día de su entierro, hasta para morir nos asombraba “la coquetería”. Una vez amortajado al cadáver se le colocaba el ataúd en la habitación principal de la casa en donde se le velaría toda la noche con su cuerpo presente. Empezando el desfile, llegando primero los parientes, vecinos y amigos cercanos y posteriormente los más lejanos. Las primeras horas del velatorio de mucha nostalgia, acompañado de lloros, lamentos y rezos.

Las frases especialmente acondicionadas para el caso y repetidas rutinariamente, las aprendimos de memoria: “Siempre se adelantan los mejores...Era bondadoso el finado...Era el mejor de todos...Ha pasado a mejor vida...Por lo menos dejó de sufrir...Hoy estamos, mañana no estaremos...No somos nada...Parece que está dormido...que guapo está...Está descansando...Trabajo tanto y para que...pájaro muerto en jaula acabada...Es la ley de la vida, etc.” Es mi modesta opinión si no sabes que decir, es mejor no decir nada, limítate a estar allí demostrando tu aprecio y acompañándole a su familia.

Conforme van transcurriendo las horas,  las mujeres son las quedan en la estancia donde se encuentra el muerto. Cada vez que entra un nuevo “velador” se rompe el silencio con lloros  y expresiones de dolor de los más allegados por el difunto. Los hombres se acomodan en otros lugares o en la calle, donde casi siempre había una hoguera. Pasaban la noche entre cigarro y cigarro, arrimando palos a la lumbre. Como lo diría el refrán: “Estás más caliente que el cenicero de un velatorio”. El único que no fumaba en el velatorio era el muerto.

En el velatorio las mujeres  sentadas en la habitación, vestidas de un luto riguroso,  con sus lloros y oraciones, dando cumplimiento a su papel eterno de cuidadoras y protectoras sensibles de la familia;  Por eso se decía que llorar era cosa de mujeres. Los hombres en el otro lado del salón o en la calle, no lloraban ni rezaban, más distantes de la situación, entablando conversaciones relacionadas con el tiempo, trabajo, política, o las famosas anécdotas del muerto, si es que los había.

Mientras avanzaba la noche daba comienzo a la segunda fase, la más animada y esperada, la que marcaba la diferencia entre un velatorio y otro.  Aquí  las mujeres ejercían su papel histórico recorriendo la casa con bandejas de comida: roscones, mantecados, galletas, embutidos, café, aguardiente, coñac, vino, etc. Con este catering esperado y obligado se animaba la situación y comenzaban a contar chistes, chascarrillos graciosos, criticas. etc. Creando situaciones en las que hay que imponer orden más de unas cuantas veces, principalmente en las horas de la madrugada, que se veían interrumpidas por el mandar a callar propinadas por las mujeres.

En las frías madrugadas, se comenzaba con la tercera fase del acompañamiento, en la que los menos allegados se marchaban, quedándose únicamente los familiares más cercanos. Era la fase donde vencía el cansancio llegando el sueño, escuchándose  los ronquidos, los lamentos entrecortados. El velatorio terminaba al comenzar el funeral, seguido por el entierro.

Antes era así...todos asistíamos al velatorio, unos antes y otros después...pero se llegaba...era casi, casi como una obligación... ¡Así vivía mi pueblo, aunque usted no lo crea!

Hoy con los salones de velación, con un horario de apertura y cierre, todo es más funcional, un amplio aparcamiento, cafetería, tiendas donde comprar flores y todo tipo de recuerdos mortuorios. Al protagonista de la noche, el muerto, colocado en su cajita, bien vestido y maquillado, igual que un maniquí en la tienda de modas...queda encerrado por el resto de la madrugada...Es más cómodo y más descansado. Tú allí sólo tienes que encargarte de llorar...el resto esta encubierto.

Para finalizar...este relato lo hice en homenaje a mis abuelitos SALVADOR Y  ROSA MARIA, quienes fallecieron de muerte natural, pero lejos de su casita de campo y de quienes más los querían...pero agradezco a la vida por haberlos conocido y recibido de ellos su afecto y cariño.


martes, 11 de marzo de 2014

"De ALZA MANOS a hacer levantar las manos..."



PERLITAS PARA EL GOBERNANTE DE TURNO EN EL CANTON MÁS POPULOSO DEL AZUAY

Por Dr. Nelson Muy Lucero

No sé donde se encuentre el nuevo BURGOMAESTRE...pero más parece que todavía estará festejando el triunfo de los "99" votos, espero que no llegue "malanochado" o "chuchaqui": nervioso, tembloroso y taciturno...a lo mejor estará conformando su nuevo equipo de trabajo; he aquí algunos requerimientos como ciudadano gualaceño:




1º El PRIMER PERSONERO MUNICIPAL, ESTA EN LA OBLIGACIÓN DE CONVOCAR A UNA MESA DE CONCERTACION Y DIALOGO LOCAL, CON TODOS LOS ACTORES SOCIALES E INSTITUCIONALES...DONDE COMO ALCALDE ELECTO, DEBE EXPONER CLARAMENTE FRENTE AL PUEBLO, QUE PEDIRA LA INTERVENCION DE LA CONTRALORIA GENERAL DE LA NACION SOBRE LA ADMINISTRACION ANTERIOR...CASO CONTRARIO NEGROS NUBARRONES SE ESTAN FRAGUANDO SOBRE SU PROXIMA GESTION MUNICIPAL.

2º PARA SU ADMINISTRACION SE REQUERIRA DE UN BUEN ADMINISTRADOR DE GOBIERNOS SECCIONALES...CASO CONTRARIO SU GESTION SERA UN NUEVO FRACASO.

3º Como proyecto, Impulsar los planes maestros de agua pero POTABLE y alcantarillado, ya que la infraestructura existente ha cumplido su vida útil y se está generando un visible déficit. Pero la ejecución de estos planes maestros debe ir de la mano con los proyectos de REGENERACIÓN URBANA, LA RECONSTRUCCIÓN DE VEREDAS Y BORDILLOS.

4º Gualaceo, requiere de la construcción de un nuevo puente para la integración barrial, sobre el río “santa Bárbara”...el puente "Velasco Ibarra“debe transformarse en un espacio eminentemente peatonal.

5º Jamás descuidar EL AGRO como EJE DE DESARROLLO, es necesario construir un reservorio, en la parte más alta de este cantón, para que el riego se realice por aspersión.

6º Se requiere con cierta urgencia, la elaboración y ejecución de un proyecto de mejoramiento en la infraestructura turística, junto con la construcción de un PARQUE ACUÁTICO MUNICIPAL.

7º DAR CONTINUIDAD AL ASFALTADO de las vías que se unen a las PARROQUIAS RURALES. Yo se que estas son competencia del H. Consejo Provincial, pero bajo los preceptos de la nueva ley los ALCALDES son CONSEJEROS PROVINCIALES...entonces no podrán jamás descargarse de esta responsabilidad que también les compete.

8º USTED SABE QUE GUALACEO ES PATRIMONIO CULTURAL...ENTONCES A CUIDAR Y RECUPERAR  LOS BIENES PATRIMONIALES

A trabajar “guambras” como diría mi abuela y que lluevan las iniciativas nuevas para lograr juntos un Gualaceo PROSPERO Y DESARROLLADO... ¡Suerte Sr. Alcalde!