LAS
INUNDACIONES EN GUALACEO
Por Dr. Nelson Muy Lucero MD
Hoy el ser humano se encuentra desconectado de la
naturaleza, de la que forma parte, siendo insensible frente a la destrucción
temeraria de sus recursos naturales.
La naturaleza es nuestro santuario, con infinitos
modos de manifestarse, junto a un pueblo considerado como el jardín incrustado en
este valle, fuente eterna de la belleza reflejada en los jardines tradicionales
de nuestra urbe, lugar donde debe existir una perfecta armonía entre el ser
humano y la naturaleza.
Este ancestral territorio de los Cantones
Orientales está conformado y delimitado por numerosos sitios sagrados, lugares
que sirven como la fuente del conocimiento, desde los cuales se puede predecir
todo lo que va a pasar, en esta región es donde debemos cuidar la vida animal y
vegetal, el agua, la lluvia, el aire, la tierra, porque estos fueron los
lugares donde los CAÑARIS hicieron sus ofrendas y RINDIERON SU CULTO A LA MADRE
NATURALEZA.
Estos fueron los lugares predilectos donde se curaban
las enfermedades, donde se adivinaban y celebraban los procesos del ciclo vital
de los cultivos, los animales y la vida humana, y donde se resolvían los
conflictos. Cada sitio sagrado tiene su jurisdicción y sus normas, son
permanentes y no se pueden cambiar. Aquellos sitios sagrados inmemoriales están
interconectados entre sí y constituyen una red de energías que permiten el sostenimiento
de la vida.
Los picos, montañas y nevados se conectan con las
lagunas sagradas y éstas con las quebradas y ríos, hay que respetarlos.
Si no se cuida a la naturaleza y se respeta sus sagrados
elementos: TIERRA, AIRE, AGUA Y FUEGO, puede ser devastador para la humanidad.
En este Valle de la villa de Santiago, las veloces
y correntosas aguas del “Santa Bárbara” tiene su propia historia de
desbordamientos de su cauce; escogido como el lugar donde ocurre la gran
transformación de un correntoso y caudaloso rio, en un sabanero rio de apacibles
y durmientes aguas. Luego de haber recuperado
la calma, venía el aprovechamiento de la riqueza de sus sedimentos dando vida a sus amplias orillas que
recuperaban su verdor y el afamado cultivo de extensos cañaverales, hoy transformados
en villas residenciales, con asentamientos humanos empotrados en peligrosas
zonas inundables.
Espero que jamás se repita los torrenciales
aguaceros de varios días en las aturas, provocando una creciente del río Santa Bárbara
que arrastro con todo a su paso incluyendo arboles, animales y puentes, algo
que jamás vieron los de la generación de los años sesenta en adelante.
¡Mientras
no suceda no lo creerán...!
Cuenca, 10 de julio del 2013
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