miércoles, 10 de julio de 2013

"Debe existir un equilibrio entre el ser humano y la naturaleza..."



LAS INUNDACIONES EN GUALACEO


Por Dr. Nelson Muy Lucero MD




Hoy el ser humano se encuentra desconectado de la naturaleza, de la que forma parte, siendo insensible frente a la destrucción temeraria de sus recursos naturales.

La naturaleza es nuestro santuario, con infinitos modos de manifestarse, junto a un pueblo considerado como el jardín incrustado en este valle, fuente eterna de la belleza reflejada en los jardines tradicionales de nuestra urbe, lugar donde debe existir una perfecta armonía entre el ser humano y la naturaleza.

Este ancestral territorio de los Cantones Orientales está conformado y delimitado por numerosos sitios sagrados, lugares que sirven como la fuente del conocimiento, desde los cuales se puede predecir todo lo que va a pasar, en esta región es donde debemos cuidar la vida animal y vegetal, el agua, la lluvia, el aire, la tierra, porque estos fueron los lugares donde los CAÑARIS hicieron sus ofrendas y RINDIERON SU CULTO A LA MADRE NATURALEZA. 

Estos fueron los lugares predilectos donde se curaban las enfermedades, donde se adivinaban y celebraban los procesos del ciclo vital de los cultivos, los animales y la vida humana, y donde se resolvían los conflictos. Cada sitio sagrado tiene su jurisdicción y sus normas, son permanentes y no se pueden cambiar. Aquellos sitios sagrados inmemoriales están interconectados entre sí y constituyen una red de energías que permiten el sostenimiento de la vida. 

Los picos, montañas y nevados se conectan con las lagunas sagradas y éstas con las quebradas y ríos, hay que respetarlos.

Si no se cuida a la naturaleza y se respeta sus sagrados elementos: TIERRA, AIRE, AGUA Y FUEGO, puede ser devastador para la humanidad.

En este Valle de la villa de Santiago, las veloces y correntosas aguas del “Santa Bárbara” tiene su propia historia de desbordamientos de su cauce; escogido como el lugar donde ocurre la gran transformación de un correntoso y caudaloso rio, en un sabanero rio de apacibles y durmientes aguas.  Luego de haber recuperado la calma, venía el aprovechamiento de la riqueza de sus sedimentos  dando vida a sus amplias orillas que recuperaban su verdor y el afamado cultivo de extensos cañaverales, hoy transformados en villas residenciales, con asentamientos humanos empotrados en peligrosas zonas inundables. 

Espero que jamás se repita los torrenciales aguaceros de varios días en las aturas, provocando una creciente del río Santa Bárbara que arrastro con todo a su paso incluyendo arboles, animales y puentes, algo que jamás vieron los de la generación de los años sesenta en adelante. 

¡Mientras no suceda no lo creerán...!
Cuenca, 10 de julio del 2013

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