miércoles, 30 de abril de 2014

"Esta es mi verdad...lo siento, pero lo viví..."



Yo me “CONFESE” con Carlos Crespi Croci…Sacerdote Salesiano

Por Dr. Nelson Muy Lucero MD

Cada amanecer en los días de CUENCA, son tan claros, como los amaneceres que veo en mi vida…una ciudad, un hogar, con emprendimiento constante y creativo.  He ido observando como la modernidad va dominando las cumbres, trazando caminos, conservando las casas y elevando edificios, sin descuidar de seguir vistiéndose de verde en sus parques, calles y avenidas, desafiando a todo un mundo en su constante desarrollo. Ciudad forjada sobre las rocas de su ancestro cañari y en su cultura conservando el idealismo de cervantes. El tiempo no se detiene y los recuerdos se conservan intactos.
 
CARLOS CRESPI CROCI, MISIONERO SALESIANO
En los años setenta, debido al cierre del colegio “San Luis Gonzaga” en Monay, para culminar nuestro bachillerato, las autoridades eclesiásticas nos pasaron al colegio “Orientalista Salesiano”, fue allí en la parroquia “María Auxiliadora” en el parcialmente reconstruido inmueble del Instituto “Cornelio Merchán”, que en el año de 1962  se incendiara, fue allí donde  le conocí al religioso del que todos hablaban, al sacerdote salesiano, al misionero CARLOS CRESPI CROSI, de aquella personalidad, lo que más me impresiono fue su manera de vestirse, al parecer “SU UNICA TUNICA DE COLOR NEGRO, que poseía”  y aún más por toda la histórica leyenda de su vida, que se contaban sobre él…desde que arribo de su natal Italia, hasta aquellos míticos viajes al oriente amazónico, acompañados de su extensa labor espiritual y social que en forma altruista lo ejercía en la parroquia María Auxiliadora “ una de las más pobres” por aquella época,  de la comunidad cuencana.

Los “SHALICOS”, aquellos compañeros de ruta, nos contaban con lujo de detalles sobre el trinar de su “fiel compañera” aquella diminuta campanita de bronce y de su “museo” con su “ícono” aquella enorme ¿guitarra de oro? como su favorita...que presumiblemente habrían sido encontradas junto a cerámicas  prehispánicas, en las denominadas “huacas” para luego ser vendidas al salesiano que gustaba hacer su propia colección arqueológica …jamás las generaciones de esos tiempos podrán olvidarse de las afamadas y tan esperadas filminas…de las proyecciones de las películas mudas con Charles Chaplin…pues, aquellos tiempos idos, todo lo que se contaba o se decían de él me parecía asombroso.

Mis compañeros los de mi promoción, no querían confesarse con el padre CRESPI…parecía que le tenían temor de acercarse…se decía que era un sacerdote demasiado drástico y todo esto por el solo hecho de saber imponer  orden y disciplina…

Fue tanta mi curiosidad por conocerlo, que la oportunidad se me presentó y supe que no la podría desaprovechar…fue en un recreo…un descuido del inspector y en compañía de varios amigos “Shalicos”, llegamos hasta el último piso, en un cuartito como el más pobre de los pobres…¡allí estaba, en persona!…¿padre, me puede confesar?...me arrodillé frente a su encorvada figura, con la piel de su rostro arrugado por el tiempo, abarbado y con una abundante pero canosa cabellera …me parecía que ya no escucharía nada…continué con mi confesión…pero, inesperadamente nos dejó escuchar su estridente voz “fuerte y balbuceante”, aunque sus palabras no las podía entender, pero al final, me llegó su bendición y me sentí realizado, con mi conciencia tranquila…porque cumplí con mi deseo…mientras tanto, mis compañeros, estupefactos, no salían de su asombro, con una mediana sonrisa, sorprendidos, emprendimos el retorno… todos bajamos presurosos por las empinadas gradas…ahora puedo decirlo y contarlo, lo que un día fue como una travesura más de adolescentes…

Cuando murió, acudimos a la parroquia… el dolor de los más pobres se sentía…pero también los agradecimientos por  la ropa, la carne, la machica, leche clin, las galletas y el chocolate caliente que solía repartir a todos los necesitados, en completo orden y formando hilera.

En vida lo recordaban a cada instante “los pobres del ayer”, con “las gracias” que todos los días recibía, creo que habría sido sin duda el mejor de los homenajes recibidos.

YO, LO CONOCI  Y ME CONFESE con ese GRAN SACERDOTE AL QUE TODOS TEMIAN…Santo o no un GRAN SALESIANO…UN GRAN MISIONERO…UN GRAN SEÑOR.

¡Gracias a la vida, por este HONOR…Salesiano para toda la vida…reza mi carnet, que me fuera entregado el día de mi graduación de Bachiller en Humanidades Modernas!

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