Recordando los Viejos Tiempos:
“PAGINAS DEL AYER…gualaceño”
Por
el Dr. Nelson Muy Lucero. MD
Los extraordinarios momentos que ocurrieron en el ayer
de la vida gualaceña nos hacen recordar aquella extraordinaria frase expresada
por García
Márquez:
“QUE LA VIDA, no es la que uno vivió,
sino la que uno recuerda, y como la recuerda para contarla…”
· Los tiempos de vacaciones…
Lejanos ya quedaron los
recuerdos de las vacaciones infantiles…semanas antes, nos preparábamos
recolectando los materiales necesarios para confeccionar una cometa, los más
livianos posibles: papel de globo a colores, sigsales, tijeras, un carrete de
hilo, engrudo; cuando el arte manual estaba terminado, el dueño de la cometa
corría adelante, mientras un ayudante sostenía la cometa lo más alto posible, soltándole
cuando se sentía el “tirón” de la cuerda, que ayudados del viento se elevase al
firmamento…todos reíamos con aires de satisfacción al ver el viaje de la cometa
por los aires, seguidas de nuestras curiosas miradas, que mas tarde daríamos el
veredicto de la que más alto voló.
Jugando con el viento
Surcando la adolescencia,
entre amigos y amigas nos organizábamos para bajar rumbo al río, para hacer
aquellas deliciosas “melcochas”. Cada personaje que asistiría a esa moción,
debía traer o hacer algo.
Para conseguir los
ingredientes, se les responsabilizaba a cada uno…”la panela de aquí”, los
toctes, la manteca, la paila, la paleta, los fósforos, la paja y la leña…se les
nominaba a dos o tres varones para que se encarguen de conseguir los toctes, y estos
lo hacían recorriendo las quebradas de los terrenos del abuelo…nos reuníamos en
el barrio para golpear los toctes…algunos protestaban, porque “los sapos” se
estaban comiendo la nuez de lo que ya estaba listo en un tazón, el ingrediente más
importante para las nogadas…había que esconderlo, poniéndolo a buen recaudo y
bien vigilado, es que ninguno podía aguantarse las ganas de echarse un buen
bocado…llegó el día, el lugar era conocido, la orilla del río san francisco, allí
nos esperaba una enorme piedra plana, donde se regaba la panela derretida y en
su punto, para mezclarlo con la nuez del tocte obteniéndose las “nogadas”…otras
veces culminando ceremoniosamente con el ritual de la “batida”, para los
“alfeñiques”.
Las agradables noches
vacacionales, siempre eran especiales; se prendían las “fogatas” con las hojas y
ramas secas de los arboles, preferentemente del eucalipto y el “cogollo” de los
cañaverales, apilándolas en el centro de un circulo, mientras correteábamos por
el amplio patio, esperando la llegada de los adultos mayores, “los abuelos” o
las “mucamas”, para que nos relaten sobre las oscuras noches de los duendes, de
los “llashacos”, de los aparecidos y desaparecidos…fueron muchas esas
historietas narradas que nos producían miedo y pánico a la oscuridad.
Fueron tiempos vividos que
ni soñábamos con conocer “las comidas chatarras”, porque en esas épocas la
alimentación eran en base de: leche, huevos, maíz, fréjol, habas, cañaro, arvejas,
acompañados de coles, nabos, quínoa, “la panela de aquí” como edulcorante, etc.
Que podemos decir de las frutas, simplemente en abundancia, los sábados y
domingos, salíamos temprano a “granear” por las colinas y sembríos…a cada paso
nos encontrábamos con árboles frutales: duraznos, peras, capulíes, guabas, saczumas,
reina claudias, albaricoques, granadillas, el tocte, etc. Estábamos sin lugar a
dudas en el “Jardín del Azuay”.
· La caída de la plaza de toros…
El
redondel tenía como
único propietario al empresario quiteño Dn. Carlos Correa (+), quien al
entrevistarse con las autoridades, les presentó una propuesta, la
realización de un
evento taurino, para que sea considerada como uno de los números
centrales del
Festival del Durazno. Una plaza de toros
portátil, se estrenaría por primera vez en nuestro Cantón, brindando
un verdadero espectáculo para estas festividades, “una corrida de
toros” se decía, pero lo que fue en realidad era una novillada, en una
plaza que rápidamente fue armada en la orilla derecha del “santa
bárbara” con uno de sus módulos asegurada
con sogas en un árbole de
sauce…¡sin duda alguna era una novedad para la gente!...el boletaje se
había
agotado rápidamente…los espectadores pretendían ingresar al coso taurino
a toda costa, aquella plaza improvisada resulto pequeña.
La Fiesta Taurina
Los que se habían quedado
en el pueblo por haberse agotado las entradas o porque no lo tenían entre sus
planes, otros estuvieron acompañando al espectáculo desde una prudente distancia;
otros reunidos en la intimidad de sus hogares, como compartiendo los aplausos,
vítores y los radiantes ¡¡olés!! Que con gran entusiasmo procedían del portátil
coso taurino.
Algunos relatos aseguraron, que encontrándose el toro ya en la arena, dando su segunda
vuelta sin control, sucedió la hecatombe; en breves instantes se hundió la plaza
en la que se desarrollaba el espectáculo. Se había desplomado totalmente,
convirtiéndose en una horrible trampa de chatarra letal.
Toda la estructura se había venido abajo, incluyendo a
la banda de música que amenizaba el festejo, las gradas, las contrabarreras e
incluyendo a los burladeros y con la misma velocidad, los graderío se abatieron hacia afuera, hasta caer al suelo todo el coso.
Desde un lugar no tan lejano pudimos observar
que la plaza se derrumbó en forma de abanico, como cuando se caen las fichas del
dominó formando un redondel siguiendo una detrás de la otra. Todo se
había desmoronado en cuestion de segundos. Sólo había quedado en pié el mástil de la bandera
nacional anclado directamente al suelo.
Nos contaron, días después de trascurrida
la tragedia, que de pronto, se escucho un sonar como un fuerte crujido en seco,
acompañado de un único grito colectivo desgarrador, para luego, inmediatamente,
hacerse dueño el silencio, dejándose de contemplar la estructura montada junto
al anillo taurino. No podía ser posible ¿Dónde está? ¡Nada se veía!...¡todo
estaba perdido en el suelo!…en seguida los pedidos de auxilio…El torete inmóvil en el centro del
ruedo, sin salir de su propio asombro, no sabía para donde escapar…Los que lograron levantarse, huían del
novillo para eludir las cornadas del vacuno, presuntamente fugado porque decían
que se había escapado...según nos dijeron, que alguien le
tuvo que disparar al novillo, que inocentemente cayo mortalmente herido en el ruedo.
La gente
empezó a correr, todos presa del susto…no sabían que hacer…el suceso se produjo…Todo el paisaje inmediato,
tanto material como humano, era dantesco, convertido en amasijo de hierros y
maderas. Unos, estaban atrapados aún, con llantos de dolor o con vociferantes
peticiones de socorro a sus familiares. El árbol de sauce, no soporto más, sin romperse, había
sido arrancado de raíz por el peso de los numerosos aficionados.
En esas dramáticas
peripecias que acontecían en el entorno del siniestro. Los paisanos, bajaban
despavoridos desde el pueblo en masa para reencontrarse con los suyos. En su
ceguera de pánico, nadie se percataba del pausado progreso del coche en el que transportábamos
a heridos, a pesar de los avisos con la bocina para que nos den paso y los
pañuelos blancos sacados por las ventanillas que nadie las veía. Iban
golpeándose con sus cuerpos en las chapas del vehículo, ansiosos de saber
cuanto antes el estado de sus familiares.
La
población se
movilizó, los familiares de las víctimas buscaban a sus seres queridos
entre
los escombros, los encontraron a todos heridos…el centro de salud
"Moreno
Vázquez", abarrotado, los heridos en los pasillos, sus familiares a
gritos pedían atención, mientras esto ocurria en esa casa asistencial,
en las orillas del rio Gualaceo, sitio de la tragedia, los carros
particulares se transformaron en improvisadas ambulancias, iban y volvían,
haciendo sonar sus claxon transportando a los heridos
con más urgencia en los baldes de las camionetas…el caos se apodero de
la
población, todos corrían alarmados, lloraban y gritaban, exclamaciones y
oraciones al creador se elevaban, los comentarios de la tragedia
viajaban de boca en boca...preguntas sin respuestas, nadie sabía
exactamente la dimensión de la tragedia...siendo los propios pobladores
quienes lograron controlar el brote histerico de la población, pero
jamás se pudo esconder la desesperación y la
angustia de propios y extraños
Un hecho comentado
posteriormente fue que un distinguido amigo, se había anticipado al suceso,
prohibiendo que cualquier familiar suyo fuera a la corrida. Por que se comentaba, días
antes de celebrarse el evento taurino,
que no se fiaban de la estructura que se estaba montando. Otras lenguas
comentaron que aquel ciudadano era muy asustadizo, siempre se había
caracterizado por tener miedo a todo.
Aparte de la presunción
sobre la inseguridad de su montaje, o que todo se debió a que habían entrado más
personas de las que cabían, o que el pataleo del público eufórico por la
exitosa faena realizada por el torero frente a su novillo hizo resentirse el
anillado del portátil coso.
Al día siguiente, la
noticia del hundimiento de la plaza de toros en EL CANTON GUALACEO se había hecho eco-noticioso
en las portadas de la prensa de papel de los grandes periódicos del país. Siendo la unica ocasión que
se había organizado una fiesta taurina, pero que terminó en tragedia,
unica razón por la que jamás se
volvió a pensar en esta clase de espectáculos para nuestro pueblo.
Concluyendo, aunque tardiamente, dedico esta
historia real que os relaté, como mi sentido homenaje a las víctimas mortales y a sus
familiares, así como a los centenares de heridos que hubieron en aquella mañana
y tarde infernal del mes de marzo.
·
LA CIUDAD DE LOGROÑO…Maylas
La Laguna de Maylas
Se cuenta que en una cierta ocasión un lugareño tenía una yunta
de pastoreo en MAYLAS, pero un cierto día le sucedió algo impresionante,
que lo dejo marcado por el susto, toda su vida.
Esto fue lo que le aconteció en aquel entonces:
En una mañana dejo a los toros pastando poe el lugar, cerca de la primera laguna en MAYLAS, hasta la tarde cuando regrese para cambiarles de lugar a esos animales, asombrado me encontré porque, me faltaba una yunta(dos toros) los más robustos…en ese día había llovido muchísimo, por lo que decidio seguir las huellas de las pisadas que la yunta había dejado marcados en el lodo; pase la primera laguna, luego continué caminando y les aseguro que sin darme cuenta me encontré que había entrado a un lugar que jamás había visto, pero las huellas de la yunta me habían guiado hasta allí, y decidí continuar con la búsqueda; era un lugar esplendido, que jamás había visto con plantaciones de maíz de mazorcas gigantes y con una gran variedad de exquisitas frutas...nunca antes había visto producción semejante.
En ese trayecto por fin, encontré a una persona, en el cruce del camino, y le supe preguntar si talvés habría visto a una yunta que se había extraviado…su respuesta fue, que siguiera adelante, porque esa yunta fue vista trabajando en la molienda.
Continuó su camino un largo trayecto y pudiendo comprobar que en realidad la yunta estaba trabajando, bajo el control de una persona, y al preguntarle: ¿porque esa yunta estaba en este lugar?...le respondió, que mejor debía pensar en salir los más pronto posible de esos dominios, y que debía regresar por el mismo lugar por donde vino…en ese instante -nos comento- que por todo su cuerpo le recorrió un miedo escalofriante debido a esa advertencia…se dió la vuelta y logrando salir de ese lugar, pero al regresar se dió cuenta, que habían transcurrido mas de un día desde que ingreso a ese lugar.
Pero, nos supo decir que jamás podra olvidar a ese lugar con sembríos y frutas asombrosas, junto a
esas personas que estaban trabajando en la molienda de caña y cosechando el maíz.
Nos comento, que le quedo
gravado aquella ultima frase dicha por aquel
hombre:”…que el lugar en el que estaba, era la cuidad de Logroño, y que
ese lugar estaba encantado”, el que entra, no lograra salir
de ese lugar…y cuando llegue el juicio final se escucharan tocar tres
campanadas y esta ciudad se "desencantara"…volviendo a ser, lo que fué:...Logroño una ciudad de ORO.
·
“EN UNA NOCHE DE LLUVIA…encontraron una guaca”
Me contaron los “abuelos”
que hace muchísimo tiempo por allá donde era “EL PARADOR TURÍSTICO”,
en las noches y cuando la lluvia caía pertinazmente acompañado de truenos y
rayos, la gente veía una “llamarada” que se quemaba junto a uno de los
arboles grandes y de acuerdo a su coloración que emanaba de la llama, decían
allí se estaba quemando el oro. Un cierto día un grupo de amigos
acompañados de sus esposas decidieron ir a cavar en ese lugar
donde siempre habían visto arder la llama.
Ellos sabían que tenían
que esperar un buen aguacero y que sean las 12 de la noche, para empezar a
cavar, luego de cavar una cierta profundidad, se encontraron con una tinaja de
gran tamaño y no calculaban cuanto podría estar pesando; luego de continuar
cavando decidieron sujetarla con unas gruesas sogas y
“vetas”, para tratar de sacarla, aquel esfuerzo fue en vano, en esos momentos
empezó a llover copiosamente, con truenos y rayos, escuchándose voces
acompañados de ruidos extraños.
Las esposas al
ver que sus hombres tardaban demasiado en regresar, por su cuenta y
riesgo se decidieron salir a buscarlos, pero al llegar, se quedaron atónitas,
sin poder articular palabra alguna, al ver esa “guaca” con su enorme tesoro,
fue cuando una de ellas saliendo de su asombro, dijo “diosito santo este tesoro es
enorme” cuando ella terminó de
decir esas palabras, por arte de magia la tinaja salió del hoyo y comenzó
a elevarse, asustados aquellos hombres intentaban sujetar a la tinaja,
ayudándose de las sogas y vetas, pero sus fuerzas no fueron suficientes
porque el tesoro les iba de las manos, los arrastraba y no sabían qué hacer,
decidiendo soltarla, quedándose estupefactos viendo alejarse por los aires a la
tinaja junto al ansiado tesoro, entre truenos y rayos en su viaje
con dirección al “Gran Fasayñan”.