GUALACEÑIDAD…Un sentimiento soterrado
Por Dr. Nelson Muy Lucero.
MD
Desde la Calle Manuel Moreno…siguiendo la gran colombia, atravesando el
puente blanco de 100 a 200 metros de distancia, continuando hasta la calle
Loja, sentíamos al viento arrastrando el polvo arenoso de sus calles nos
parecía que se escuchaba todavía fuerte el ruido producido por el combo lanzado
por los “ayudantes” del oficio de los artesanos “herreros”, estrellándose “furibundo”
contra el yunque, para darle forma al hierro candente…así pretendemos emulando
a esa esforzada y diaria faena de los “fortachones” hombres de esa época, dar
forma a nuestra manera de contar de la mítica y legendaria vida, recopilando algo
de las investigaciones de nuestros “guambras estudiosos” como lo dirían mis mayores…al
mismo tiempo buscando rescatar desde los funestos rincones olvidados de la
mente extractos propios de esa historia jamás contada…
Somos testigos como a las últimas generaciones les han condenado al
olvido el conocimiento de nuestras auténticas raíces, del cómo llegamos y de
donde procedemos…por mera casualidad les decimos que aquí estamos somos parte
de aquí, de una generación a la que llamaremos de transición, entre el
costumbrismo cultural de ancestro, caracterizado por el uso de las alpargatas, el
poncho, la reata, el sombrero, “el supernaval”, la pollera, la blusa “con coloridos
bordados”, junto al “ucunchi como traje de fiesta”, el reboso y el paño
(amarrado a mano, con variadas formas de aves o animales para rematar con el
emblema patrio nuestro escudo), para luego proseguir sin rumbo a una
modernización que anclándose en el uso de los zapatos de cordón de la caña alta
hasta llegar al mocasín, desde los “encharolados” a los de taco alto, llegando
a los de plataforma; el “casimir” para el terno, la corbata, los deportivos, los
calentadores y los multicolores vestidos a la moda desde la maxi a la
minifalda, los pantalones “acampanados” y tubitos con camisas de extravagantes
colores…
La moda no incomoda decíamos los “melenudos gogoteros”, pero otra era
la realidad, las costumbres variaron el
“modus vivendi” igual, pero los sentimientos de “gualaceñidad” se quedaron y
jamás claudicaron…porque estemos donde estemos…por tierras lejanas que pisemos
siempre nos sentiremos orgullosos…”…de cantar como el habla, para decirle al
mundo…Soy gualaceño, nacido allí , en un hermoso valle, junto al frio de mis
montañas y las brisas de mi río, cobijado por el fulgurante sol de la serranía
ecuatoriana, nadie lo podrá negar…SOY
GUALACEÑO”.
Cuenca, 2 de agosto del 2013
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