“Les doy LA PELOTA…pero juego”
Por: Dr. Nelson Muy Lucero.MD
Como
siempre no puedo dejar de recorrer mi pueblo, mi pedacito de continente, que a
veces aunque “madrastra” pero “arrastra”…con una estructura social compleja,
donde todo se sabe, se comenta, sus alegrías, tristezas, los triunfos y derrotas…que,
el o los fulanos ya vendieron la casa…que, los vecinos vendieron todo y se
fueron a vivir en tal o cual lugar…pero no se olvidan, siempre nos visitan los
fines de semana…
Gualaceo
es un pueblo con nuevos rostros, debido al fenómeno migratorio del campo a la
ciudad, quizás es el sueño cumplido de nuevas familias que llegaron para quedarse,
compartiendo este paraíso natural, sus
calles, plazas y avenidas, como los nuevos habitantes de esas viejas casonas
refaccionadas. Todo va cambiando y muy atrás va quedando aquel pueblito viejo de
“Santiago” herencia colonial…cada cierto tiempo –se escucha murmurando- ya se
vino abajo “otra casona” con sus viejas paredes de adobe, teja y bahareque, como
resultante una por no decir dos casas patrimoniales desaparecen anualmente…
El auge constructivo
de los nuevos edificios continua…a este ritmo, no pasará demasiado tiempo para
ser sustituidos, por arena y cemento, los
viejos paredones de tierra, el adobe, el bahareque, los pilares, los umbrales, las
tiras, los tirantes…hasta ver caer la última teja acompañada de la cruz bendita,
que certificaba que allí se realizó la
fiesta de la “casita terminada”; asistimos al final de un exterminio total, de
pie como buen soldado, viendo cómo se levantaba esa cortina de polvo terroso,
marcando el final de una historia familiar y generacional…Lo que las paredes de
estas casas guardaron como su pasado, a
los nuevos dueños obviamente no les interesa, porque jamás formaron parte de la
bella historia tejida en ese lugar.
Lo que les
acabo de contar nos debe causar mucha nostalgia. Pero la vida continúa, acompáñenme
que esta vez visitaremos a la plazueleta Manuel Cruz. Esta plaza por largos años, se apropiaron sus
moradores para tender la paja toquilla “mojada y tratada para su blanqueamiento”,
debiendo secarse bajo la acción del calor solar…en esta plaza estaba prohibido
jugar y si lo hacían era motivo de persecución propinada por los dueños de la “paja”
a pedradas…esto sucedía casi siempre, hasta que un día la venta de la paja
declino en su comercialización…Allí en esta plaza estaba emplazada la escuelita
de niñas “Santa Rosa de Lima” y el conventillo de las Madres Dominicanas…Hoy la
plaza luce con su piso de hormigón y destartalados juegos infantiles.
Al
arribar, me sorprendió, estaba vacía…la luminosidad y el calor del sol empezaba
a declinar, señal que estaba entrando la tarde, cuando me di cuenta observé
aparecer de la nada, a un grupo de niños, que saltaban y gritaban de alegría,
derrochando energía de sus pequeños cuerpecitos. El verlos es como revivir el
pasado, esa niñez tan añorada…no sé cuándo, pero les escuche alguna vez a mis mayores una lapidaria
frase:”jamás quisiera que mis hijos o mis nietos dejaran de ser niños…”
La
algarabía de aquellos inocentes niños me volvieron a la realidad…a la carrera
se tomaron posesión de la cancha deportiva y trataban de conformar dos equipos
y no se ponían de acuerdo, quienes y contra qué equipo jugarían…por un momento
pensé que todo estaba resuelto y los equipos armados, cuando a alguien le
escuchamos decir…y la pelota?...con las miradas “fruncidas” y vivaces se
miraban entre ellos, hasta cuando alguien dijo, allí está Juan “sin miedo”, él
es quien tiene la pelota -todos
corrieron donde estaba Juan- lo que
nadie se espero, es que el dueño de la pelota, reaccionara como un niño
“chinchoso” y de “pocas pulgas” el mismo que les pusiera una condición, antes
de ceder su preciado balón…si jugaba tendrían la pelota…todos se quedaron “patitiesos”,
atónitos, mirándose entre ellos, no salían de su asombro, pero alguien tendría
que ser el gran sacrificado, ni modo, esa era la condición…lo “banquearon” al
más pequeño…lentamente, “restregándose” sus ojitos que brotaban lágrimas, abandonó el campo de juego…
Pero esto
no quedo allí… surgió otro aunque pequeño inconveniente…faltaban los arcos…a
buscar cuatro piedras…vaya lo encontraron con tanta rapidez…si sus mamas les
observaran estuvieran sorprendidas y a lo mejor nos manifestarían, si así con
tanta rapidez hicieran los mandados de la casa…sin más contratiempos, el juego
comenzó…el balón iba y venía…pases largos, pases cortos, patadas al balón,
incluidos los “canillazos”, tiros al arco, las “faltas” a cada momento…los dimes
y diretes…palabras y palabrotas se escuchaban por doquier…el equipo de Juan
“sin miedo” comenzaba perdiendo y sumando otro gol más en su contra, todos le
“achacaron”, que era su culpa y viendo que las cosas no resultaron como él
quería y que todos le fastidiaban sirvió para que Juan el dueño de la pelota
agarrara “furibundo” el balón y se lo llevara…corrió y corrió con rumbo
incierto, perdiéndose su figura a la vuelta de la esquina del “abuelito Argudo”…mientras
sus atónitos compañeros no sabían cómo explicar este triste episodio…unos
reclamaban las apuestas a los perdedores, pero ellos aducían que el partido no
había concluido…no les quedaba más remedio que tratar de buscar otro balón…no
lo encontraron…ocurrió lo peor, llegaron los mas “grandotes” y les arrebataron
la cancha…los niños protestaban que les dejasen terminar el juego, pero no
tenían pelota…
Mientras
tanto esto se solucionaba, había otro grupo de niños en compañía de otros
jóvenes que comentaban y criticaban sorprendidos el partido y sobre los
acontecimientos que allí se desencadenaron…No avanzaban a descifrar que le
sucedió a Juan “sin miedo”, se trataba de un “buena gente”, siempre nos
prestaba la pelota, pero algo le fastidió o le cayó mal…esto fue lo que los
espectadores terminaban descifrando.
¿Quién no recordará tantos episodios de su niñez, al
compañero de aula, al niño del barrio o a un familiar contemporáneo, con el que
eventualmente jugábamos y era precisamente el dueño de la pelota?
viernes, 14
de junio de 2013
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