viernes, 10 de enero de 2014

“Vamos a calentar el horno guambras...decía mi abuela...”



LAS AMASADORAS DE MI PUEBLO... “Las dulcerías y panaderías”

Por. Dr. Nelson Muy Lucero

“Desde remotos tiempos de la humanidad, desde cuando el hombre comienza a hacerse sedentario, nos encontramos con el origen de los hornos de leña... se dice que fueron los griegos sus inventores, pero sabemos que los primeros diseñadores fueron los egipcios y los mesopotámicos. Estos hornos desde un principio se hacían de tierra o adobe dando una forma de medio círculo o campana tal como los conocemos hoy en día y acoplando una puerta en su parte frontal; tuvieron la idea de apagar el fuego al final del calentamiento para cocer los alimentos por irradiación del calor.


HORNO TRADICIONAL DE ADOBE
 
Con los romanos se empezó con la utilización de un nuevo material, el ladrillo de tierra cocida.  Fue con el ladrillo refractario, sobre una base de piedra de granito, que los hornos de leña utilizados en esas épocas, le dieron un toque especial a los asados, pero también al aroma que se desprendía por la quema de la leña de nogal, pudiéndose cocinar a fuego lento corderos y cochinillos. 

Este es uno de los pocos casos en los que la “tecnología” medieval no tiene competencia en la actualidad”.

“Vamos a calentar el horno guambras...decía mi abuela...”

En los atardeceres gualaceños de un fin de semana, los hornos de leña domésticos se prendían, hasta avanzadas horas de la noche...


 Calentando el HORNO 

Siempre fueron así los fines de semana, los días que más se amasaba, se buscaba la harina y la levadura, con un día de antelación, en una determinada “tienda del pueblo”. El cernido, consistía en pasar la harina molida por un molino artesanal por un cedazo, para separar la harina gruesa. La harina fina caía, en la batea o recipiente de madera; luego el amasado, se le añadía la levadura, agua con sal y el resto de ingredientes se agregaba de acuerdo al tipo de pan, luego se tapaba con unos paños de lino o manteles. El panadero con sólo tocar la masa predecía si estaba lista para hornear o le faltaba un poco leudar.

Cuando la masa había crecido lo suficiente se partían en porciones, para darles su forma y posteriormente ser colocados sobre tablas, en espera para que luego sean acomodadas sobre latas enmantecadas, para ser introducidas al horno.

En el horno se cocía el pan, al igual que los dulces en las fiestas: las quesadillas, roscas de yema, arepas, avenas, bizcochuelos, tortas, roscas blancas, que se hacían para Navidad. Al igual que los dulces de higo, leche, porotos, y membrillo.

Por estar concentrado en los recuerdos, todavía puedo percibir toda aquella sinfonía de aromas agradables para el olfato, y la algarabía infantil que se producía cada vez que se abría la boca del horno y con la pala de madera sacaban una bandeja (lata)...mientras la abuela de la casa prevenía “guambra” espera que se enfríe...porque te vas a enfermar comiendo caliente.

Si las roscas salían perfectas enseguida encontraban dueña(o)…no había como confundirse, cada lata tenía su señal…los pequeños esperaban, que algo cayera para adueñarse inmediatamente, o que alguno de los dulces salieran afeados, les daban de baja y los entregaban a la muchedumbre para que los probasen...los dulces siempre fueron atracción….

Otra cosa que me llamaba la atención de aquel tiempo, es que no sólo se hacían dulces para los de la casa, sino se tenían en cuenta a los forasteros, también a los parientes, amigos, vecinos, y allegados... ¡el pan faltaba...mucho más los dulces!


 EL PAN del horno al cesto

Todo este ceremonial encuentro se daba hasta cuando la última lata de pan salía horneada, la conversación de sus mujeres también paraba, llegando a su final...una tras otra, cargando o “amarcando” sus tasas de totora llenas del “caliente pan” salían las vecinas despidiéndose hasta la próxima ocasión con la dueña del horno.


LOS ANIMALES DOMESTICOS DE MI PUEBLO

OVEJAS Y AVES
 

Los caballos en nuestro medio eran considerados animales de carga, un instrumento de trabajo, inclusive como medio de transporte, por lo cual se les cuidaba con esmero.

A estos animales no les podía faltar alimento, especialmente la alfalfa, la rapadura y la sal. En épocas de trabajo se les daba una ración extra de comida. Durante el trabajo se les colgaba una cebadera para que siguieran comiendo. Se les llevaba al abrevadero para saciar su sed.

Había que cepillarles, calzarles herrajes y se les cortaban los cascos. La pérdida de un caballo o una mula, suponía una gran pérdida, por el coste que suponía reemplazarla.

Los cerdos, conejos, gallinas, etc...Se criaban al aire libre y se multiplicaban mediante reproducción natural. Las gallinas al quedarse "cluecas" pasaban 21 días empollando los huevos, para luego salir con los “bulliciosos pollitos” dispuestos a comer los hierbajos y gusanos.

“La matada de un cerdo”, se planificaba para las fiestas grandes, la abundante carne quedaba colgando sobre una cuerda, encima del fogón de leña, bien salada para que se reseque y sirva de comida para gran parte del año; mientras que la fritada, el sancocho y las morcillas eran distribuidas para todos los invitados...el “chancho muerto” era y seguirá siendo el rito y gourmet mas apetecido.

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