viernes, 24 de enero de 2014

"Las BODAS en mi viejo pueblo..."



“REMEMBRANZAS DE MI PUEBLO …Gualaceo”

Por Nelson Muy Lucero. MD

“Lo que empezó como un relato de mis vivencias pasadas frente a un micrófono, en la radio de mi pueblo (Gualaceo, Provincia del Azuay), hoy se ha convertido en un proyecto real para continuar recogiendo todas aquellas imágenes vividas en nuestra infancia y juventud, junto con aquellas fotografías descoloridas y quemadas por el tiempo, encontradas en el baúl de los recuerdos,  para devolverles su vigencia para que se transformen en un inmortal documento testimonial…”

 
LAS BODAS EN AQUELLOS TIEMPOS

Durante el noviazgo, la pareja siempre estaba acompañada por las amigas de la novia, o alguna hermana. Si no, era la abuela la que vigilaba, y la puerta principal debía de estar alumbrada.

La "petición de mano" la hacía la familia del novio, y a la vez arreglaban con la dote que se le daba a la novia. A este "trato" se le llamaba ajuste, y se dejaban arregladas las condiciones, en que quedaba la economía de la novia antes de la boda.

El ajuar, lo confeccionaban las propias novias, y según lo pulcro, abundante y bien hecho que estaba, era como una especia de carta de presentación ante la suegra.



El vestido de novia era, hasta mediados del siglo XIX, el traje de fiesta típico de las mujeres en Gualaceo, que se confeccionaba para esa fecha y después se utilizaba en las distintas celebraciones festivas. Poco a poco se fue imponiendo la moda de los vestidos de calle en colores oscuros y no fue hasta mediados del siglo XX cuando se empezó a usar el vestido blanco.

También los hombres vestían, en un principio, su traje típico de fiesta con sus pantalones, su chaleco, su camisa, pulcramente almidonada, y relucientes zapatos. Con el paso del tiempo también fue evolucionando, pasando al traje de chaqueta y corbata.

La hora de la ceremonia religiosa variaba según el estatus social, si era mayor mientras más cerca estaba del medio día. También dependían de las circunstancias en las que se encontraban los contrayentes: Si la novia estaba embarazada, se celebraba de madrugada y con pocos invitados. Igual sucedía si alguno de los contrayentes era viudo(a), no era necesario que los dos fueran viudos, podía ser viudo(a) con soltero(a).

El día de la boda asistía a la Iglesia la comitiva nupcial, encabezada por una pareja de niños, que llevaban un presente que se le entregaba de regalo al cura de la parroquia que había oficiado la ceremonia nupcial.




Las celebraciones duraban varios días, aunque, lógicamente, la celebración principal era la comida del día de la boda. Pero luego se volvían a reunir para comer -los restos del día anterior- los familiares y amigos más cercanos.

La preparación de la comida se encomendaba a personas expertas que se habían especializado en guisar en grandes cantidades. Porque en aquellas épocas, la comida era más apreciada la cantidad que la calidad y se preparaba suficiente comida para que todos los invitados.

A continuación llegaba el baile. Después que los nuevos esposos abrían el baile con el obligado vals, los jovenzuelos se apresuraban a sacar a bailar a las chiquillas, luego del pasodoble, bajo la atenta mirada de las madres que se colocaban todas alrededor del salón para vigilar a los jóvenes bailarines. Era costumbre, que los jovenzuelos que no estaban invitados, sobre todo si estaban interesados en alguna joven presente en la boda, se colasen al baile “de paracas”, burlando la solícita vigilancia del tío mayor de la casa, que era el conserje, quien intentaba por todos los medios impedir el paso a los que no estaban invitados.

Los nuevos esposos estrenaban esa noche su nuevo hogar bajo la amenaza de las pesadas bromas de los amigos del novio, y a la mañana siguiente se integraban, de nuevo, en las celebraciones de la tornaboda, y terminadas éstas, iniciaban su nueva vida.

Conforme van pasando los tiempos se fueron introduciendo celebraciones de distintos tipos de bodas: Las bodas de plata a los 25 años, las bodas de Oro, a los 50 años de la primera, aunque pienso que este tipo de tradiciones se irán terminando, porque las generaciones que vienen, no sé si tendrán tanta paciencia, para hacer durar los matrimonios.

También dentro del ámbito religioso hay otros ritos que se le consideran bodas, siendo aquellos votos que hacen las hermanas religiosas.

EL RITUAL DEL BAUTISMO

¿Porque se bautizaban tan pronto antes?...la respuesta era simple...Por temor a que “la guagua” se muriera.

Esto era debido porque se vivía en una temida época de gran mortalidad infantil, por esta situación, a los niños se les bautizaba con apenas pocas horas de vida.

El “señor cura” llegaba al domicilio para hacer la “limpia de la casa” , especialmente cuando todos los niños que nacían en ella morían. En la actualidad podríamos pensar que aquellas muertes se debían por ejemplo a problemas de incompatibilidad sanguínea (RH), partos prematuros, etc., pero, aquellos eran otros tiempos.

Entonces por tantas razones el bautizo se hacía lo antes posible. Al niño no se le sacaba de su casa antes de ser bautizado, por lo que su primera salida era rumbo a la Iglesia.
Como anécdota me contaron, que muchos fueron los niños a los que les sacaron de su casa por una ventana, en vez de hacerlo por la puerta principal, ya que pensaban que en los portones de calle estaban los poderes maléficos en espera, para poseer al recién nacido, que aún no estaba protegido por el bautismo.

Para ser bautizado lo llevaban desde su casa los padrinos, acompañados de la familia, ya que la madre no podía ir a la Iglesia hasta no estar "purificada" o sea, hasta que no pasara la “cuarentena”.

El día del bautismo, era una fiesta, todo el mundo estaba enterado en mi pueblo del acontecimiento, los niños del pueblo impacientes esperaban para luego aglomerarse en la puerta de la Iglesia, esperando la salida del bautizado, porque los padrinos, según la costumbre en esa época estaba obligado en nombre del bautizado a participar a los concurrentes lanzando los “capillos” que consistía “tirar” pesetas y caramelos...mientras los niños gritaban incansablemente ¡capillos... capillos...capillos!, cuando estos capillos se regaban, se ocasionaba una verdadera trifulca, unos encima de los otros, defendiendo lo que había podido recoger.

Después del bautizo los primeros invitados la familia y los padrinos al chocolate, en casa del bautizado.

Se tenía por costumbre poner a los niños el nombre, de acuerdo con el almanaque Bristol “el santo del día que correspondía” para que este lo protegiera a su "tocayo" por toda la vida, pero...imagínense ustedes si les hubiese tocado nacer en esas épocas y poder llamarse: Audifaz (19 de enero), Epímaco (10 de mayo), Aparecida (11 de mayo), Expectación (18 de diciembre)...seguro que se acordarían de esta tradición durante toda su vida...aparentemente estos nombres y algunos otros que no hayan sido del agrado, estaban sujetos a ser cambiados por otro nombre...quizás llevarían el nombre del padrino o de la madrina...¿solo usted lo sabe?. 

Cuenca, 24 de enero del 2014

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