viernes, 28 de septiembre de 2012

GUALACEO: "JUNTO AL PUENTE BLANCO ESTA LA CRUZ VERDE



RECORDANDO LOS VIEJOS TIEMPOS
“La Cultura es un Adorno en la Prosperidad
y un Refugio en la Adversidad...”




GUALACEO: "El Puente Blanco y la Cruz Verde"


Santiago de Gualaceo tiene un origen migratorio, gracias a los asentamientos mineros del río santa bárbara, que pasa bañando el sector oriental de este cantón. En tiempos de la colonia este río tenía una riqueza aurífera de incalculable valor. Nativos y colonos (Los españoles en la planicie y los indios en las laderas), poblaron estas tierras bajo el mando de una autoridad eclesial...

La Junta Eclesiástica retiraba muchas cruces existentes, en especial las que se encontraban en casas de los indios, en cambio los españoles podían colocar estas imágenes con absoluta libertad.

Llegó un tiempo que la gente hizo caso omiso a estas disposiciones y continuó colocando cruces a placer, incluso se llegaron a contar dos en varias casonas, esto era posible gracias a las amplias paredes de tapial, de sus fachadas que eran diseñadas arquitectónicamente, para una altura máximo de dos pisos y con un entechado de teja. Allí en la cumba mas alta se emplazaban una CRUZ, nominándose a un padrino para su emplazamiento.

Gualaceo dejo de ser hace mucho...pero mucho tiempo una ciudad de leyendas y tradiciones. Pero uno de los fenómenos religiosos que más trascendencia ha tenido ha sido la leyenda de la Cruz Verde. La misma se habría mantenido en la cultura popular gualaceña por más de un siglo.

La Cruz Verde hasta la década del 80, se las podía identificar fácilmente, en las entradas de algunos pueblitos con asentamientos humanos dentro de los límites territoriales de este cantón.  En el “puente blanco”, una improvisada urna construida por los vecinos del lugar, es uno de los monumentos religiosos construido en demostración de la fe cristiana que la profesan la mayor parte de los habitantes de este pueblo.

Se cuenta que el “puente blanco” se construyo sobre sendas bases a los costados de la quebrada de..., porque este lugar era un paso obligado y utilizado en el tránsito peatonal y caballar...este puente, fue construido obligado por las continuas crecientes de la quebrada en aquellos tiempos en el que se desataban torrenciales lluvias... ¡esta quebrada es brava!...decían mis ancestros.  

Antes de la construcción de este puente, este lugar era el paso obligado por los viajeros, comerciantes y visitantes hacia el sur Loja y la zona más corta para atravesar la frontera con el Perú. Esta quebrada constaba de un frondoso bosque provisto de una gran arboleda, y donde era posible admirar los grandes árboles de sauces, toctes, guabas y cañaros, sin olvidarnos de los chilcos, los mismos que bordeaban una densa zona donde no existía señal alguna de un futuro poblado, y donde como consecuencia, rondaba el peligro.

Esta quebrada fue en una determinada época “temible”, por la ola de asaltos y robos que allí se cometían, aprovechando el manto oscuro de la noche o madrugada. Su espesa vegetación permitía ser el escondrijo perfecto para los que delinquían...esta quebrada era el punto donde culminaba la vía principal que venía del centro poblado y comenzaba un camino con fango y pedregoso constituyéndose en un verdadero chaquiñán...Cuentan los que me precedieron que poco a poco esta zona fue tomada por un nuevo asentamiento humano, a la vera del camino, los mismos que en sus casitas de adobe y bahareque daban posada al viajero, visitante o comerciante que llegaban las madrugadas y esperaban el amanecer, para poder cruzar aquella zona eminentemente riesgosa y peligrosa.

A un costado del “puente blanco” está la urna que da cobijo a la CRUZ VERDE y este puente justamente es el lugar donde se enlazan la central calle gran Colombia con la calle Loja, El nombre de calle Loja, se da por ser el camino que seguían los viajeros para llegar a la centinela del sur.

Todos se recordaban en aquellos tiempos, desde que se decidiera emplazar la CRUZ VERDE y construir el puente desapareció los asaltos y robos por aquella zona. El respeto por la cruz fue notorio para beneplácito de sus habitantes.

Hay leyendas que se pierde en la noche de los tiempos y una de las muy pocas, que ha pasado de generación en generación se la recuerdo hasta nuestros días.

Existe una leyenda que comenzaba así:

Se hablaba de la existencia de un personaje, criado de unas de las más adineradas familias de la ciudad, que en cierta ocasión le hicieron responsable para llevar desde los asentamientos mineros del santa bárbara una determinada cantidad de oro, en saquitos de no muy grandes dimensiones, para ser acuñado en el Perú, necesitando para su viaje dos cabalgaduras para hacer la entrega de su encargo en la capital Lojana.

Casi al concluir su trayecto de ida, surgió una necesidad y se vio obligado a abandonar por un instante a las dos bestias cargadas de oro, pero cuando regresó donde supuestamente los había dejado, los caballos habían desaparecido. Desconsolado el buen hombre, emprendió la búsqueda invocando al cielo su auxilio. Luego de buscar en los contornos, como impulsado por una fuerza sobrenatural llegó hasta una quebrada, donde divisó las dos bestias iluminadas por una luz fosforescente que provenía de una asombrosa Cruz Verde, y debido a la creciente las acémilas se habían detenido. El criado quedo sorprendido al llegar a la quebrada, al observar que el gran caudal de la torrentosa quebrada se había transformado en un manso remanso... sobrecogido de pavor, fue en busca de un sacerdote para comunicarle lo sucedido, noticia que recorrió el pueblo hacia todos los extremos.

Los pobladores de aquella zona, después de adorar la cruz de rodillas, se convinieron para trasladarla hacia la Capilla del pueblo. Al día siguiente los habitantes nuevamente se congregaron en las puertas de la Capilla para darle gracias al todopoderoso por la demostración de su poder e ilimitada providencia; sin embargo, cuando se abrieron las puertas de la capilla, la cruz había desaparecido, se encontraba nuevamente en el mismo lugar de aquella quebrada. Esta milagrosa evasión ocurrió por tres noches consecutivas. Fue entonces que se decidieron hacerle una capilla en el lugar de su aparición.

De regreso cumpliendo su misión conto el portentoso milagro de la Cruz Verde, en una quebrada de la lejana Loja, decidieron en donde es hoy el puente blanco, a un costado de la quebrada construir una urna para dar cobijo a la cruz verde del camino...era allí donde el pueblo creyente, devoto y confiado se congregaba todos los años, en los primeros días del mes de mayo, para rendirle su fervoroso culto.

Tiempos después se comenzaron a hacer honores a la cruz en varias comunas, ya no sólo con rezos sino con danzas y enormes cargas de leños secos para hacer “chamiza” cada 3 de mayo, se recuerdan aquellas celebraciones juntos con los misioneros ya establecidos en la Villa de Santiago de Gualaceo considerándose ya como parte de su cotidianeidad.

Desde entonces las fiestas dedicadas a la cruz en aquellos pueblitos alejados quienes se concentraban a su alrededor fueron casi siempre los integrantes de la clase trabajadora, quienes con bailes, comida y sobre todo mucha bebida prolongaban la celebración hasta la madrugada del día siguiente.

Hoy se conoce como leyenda y se recuerda en ocasiones como una simple tradición religiosa, el 3 de mayo día de la CRUZ VERDE.

Sin embargo, con el correr del tiempo, la Cruz Verde del puente blanco se convirtió de pronto en un lugar bendito: Los habitantes llegaban hasta ella, se persignaban y se encomendaban a Dios bajo su sombra, mientras rezaban con ímpetu en una oración que mucho llevaba de estoicismo y esperanza.

Tiempo después y debido a las múltiples remodelaciones que ha sufrido la ciudad, la cruz original fue derribada, colocando en su lugar una réplica que perdura atraves del tiempo. Todavía son comentarios de los mayores, que por las noches y madrugadas aquel espacio del solitario puente provocan un escalofrío a quienes pasan por ahí, al sentir el espíritu de las ánimas, que deambulan implorando respeto para su amada cruz, la Cruz Verde del puente blanco.

Fueron múltiples las ocasiones que el Sr. Enrique Álvarez Luzuriaga (+), recibió como encargo de cambiar los viejos maderos de la cruz por unos de hermosa cantera labrada; los pintó de color verde y colocó a su pie unos cantaros con hermosas flores. Esta acción fue muy bien recibida por todas las familias gualaceñas, que entonces se abocaban multitudinariamente a dejar sus plegarias y agradecer los favores recibidos, que se le atribuían a la cruz verde del “puente blanco”...para luego después de la santa misa eran todos invitados para observar una película mexicana, que a todos gustaba...apagar las luces, enciendan la cámara y acción, a ver la película, hasta que aparezca la palabra FIN, en la pantalla, amarcaban sus banquetas y todos rumbo a sus hogares.  

Estas celebraciones, una vez transcurrido el tiempo, en la actualidad sólo quedan las huellas en la memoria colectiva de los más viejos, aquella tradición que fue en su momento una necesidad, lo que en el presente es para muchos una gran pérdida de la fe, como tantas festividades religiosas que en nuestro medio tuvieron lugar.

La creencia de este hecho, la búsqueda espiritual, el sustento de la costumbre y la conservación de la tradición, fueron menguando en su constancia. La veneración de la cruz verde sólo se concretó con la escasa participación de los vecinos más cercanos, quienes le ofrecen una modesta adoración por medio de cánticos, celebraciones eucarísticas, exposición de flores y velas.



Cuenca, 28 de septiembre del 2012

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