viernes, 10 de agosto de 2012

“LAS VACACIONES y los infaltables BOHEMIOS...”

RECORDANDO LOS VIEJOS TIEMPOS:

Por: Dr. Nelson Muy Lucero, MD


Por allá en aquellos tiempos, vale la pena desempolvar los recuerdos... Los últimos días de julio junto a los meses de agosto y septiembre se repetían cada año las infaltables vacaciones...desde la niñez jugueteando contra el tiempo...asoma deslumbrante la adolescencia, pero llena de interrogantes sin respuestas...los amigos...allí están tejiendo amistad, durante el día practicando el mejor deporte  y por la noche una caminata por el pueblo, nos convocábamos mediante los clásicos e identificadores silbidos cuyo eco se escuchaba a varias cuadras a la redonda como incitando a los amigos, que llegó la hora de reunirnos... el frío intenso de la noche y madrugada obligaba a buscar refugio por unas horas en alguna  de aquellas cantinas popularmente conocidas...aquellas noches de bohemia se constituyeron en una verdadera filosofía de vida; fuimos cómplices de aquellos amaneceres, al que le robábamos hasta el último minuto, para dedicarle hermosas melodías con  nuestras especiales y particulares voces en compañía de hábiles artistas y la infaltable guitarra nuestra dulce compañera...se entonaban de todo y para todos los gustos...desde aquellos empolvecidos boleros hasta los tan nuestros yarabís,  valsecitos, boleros o pasillos, que los cantábamos con alma, vida y corazón...desde aquellos rinconcitos “las cantinas de mi pueblo” se sentía y se vivía la música.
Fueron tantas las noches y fueron tantos los amigos que compartimos esas horas de dulce BOHEMIA, fueron lugares en donde se derrochaba la amistad y al agotarse los improvisados temas del conversatorio, aparecían los momentos para el chisme y la mentira...terminábamos siempre lanzando una proclama nuestro amor por la vida, la misma que se impregnó en el subconsciente de todos quienes tuvimos la suerte de conocernos y sentarnos alrededor de una mesa en la penumbra de aquel escondido lugar.

Una desbordante  y contagiosa alegría, pero también a veces nostálgica, nos regalábamos aquellos instantes privilegiados por alzar ” la copa de un buen trago”, el mismo que se convertía en el puente cómplice por el que se transitaba acompañado del compas y ritmo de un sentido yaraví que nos hacía entonar emocionados...Los jilgueros(tema preferido)...cuyo estribillo...” juntos nacieron en el ramaje, donde se criaron, en dulce unión...” que todos repetíamos para golpear fuerte al corazón y así aflorar los sentimientos, que en muchos de los presentes, sus escondidos recuerdos y desengaños amorosos, se transformaban fácilmente en lágrimas inocultables del momento...”

Juntos aprendimos que esta vida estaba hecha de bellos y cruciales momentos, pero de cosas simples; sin descuidar nuestra espiritualidad para no caer bajo el peso de las cosas materiales, porque aquello podría asfixiarnos para no dejarnos ser libres...si la parca se presentara de improviso había que salir a recibirle ágilmente y sin miedos, porque aprendimos que a la vida hay que saber disfrutarla, sin dedicación exclusiva en la acumulación de lo material, de títulos, resentimientos, posesiones inútiles, sentimientos de culpa. Por todo lo que les he contado, en la vida cobra sentido aquella canción de Alberto Vázquez “el pecador...” Por eso digo a la juventud...”pero a ella no le dejarán sufrir”.
Jamás me avergonzaré de haberles contado que fui parte de aquellos bohemios, pero de los incorruptibles, de los que siempre fueron dueños de un espíritu libre, de sonrisa espontanea, de alegría contagiosa y de soñadores empedernidos;  siempre listo para extender mi mano al amigo y a quién lo necesite. Fueron épocas donde era dueño de mi propia proclama, de aquella que siempre fue de rebeldía, porque aquella siempre fue mi actitud frente a la vida y la sociedad que participaba.
De aquellos que si fuimos amigos, quedó como una sinfonía inconclusa de canciones, de solidaridades,  de bondades y de amaneceres, de sueños y fantasías, de poemas y de amistades, de celebraciones y recuerdos.
Son las noches de los san viernes”, que los recuerdos fluyen de mi mente en toda su plenitud, dejándome como legado aquel arte en las voces de la amistad y el sonido armonioso de la guitarra, de todos aquellos que  celebramos nuestra existencia profundamente, compartiendo una inclaudicable amistad, gracias a aquellas noches de la juvenil bohemia...
¡Gracias a todos aquellos, que aún conservan mi amistad!

Cuenca,  08 de agosto del 2012

2 comentarios: