“RECONFORTANTES
MINUTOS BAJO UN SAUCE LLORON...
JUNTO AL RIO
SAN FRANCISCO...Gualaceo - Azuay”
Por: Dr. Nelson Muy Lucero, MD.
El río: "San Francisco" en Gualaceo-Azuay
Vale la pena peguntarles
a mis amigos y amigas ausentes...especialmente a los que no los veo por decenas
de años...¿que es lo que más extrañan de su pueblo?... que cierto día lo
abandonaron...Pienso y digo, yo también fui un migrante me marche a un país tan
lejano (España) pero por razones de estudio, si allí permanecí por largo
tiempo, en el “viejo continente”, un océano (el atlántico) me separaba del “nuevo
continente”...no me faltaban ganas de hacer maletas y adelantar el
regreso...pero sabía que tenía un objetivo y lo cumplí...fue entonces que
comprendí que la mejor inversión no era la económica, sino el poder formarse,
sin dejar de darse tiempo para apreciar lo inapreciable y lo que siempre pasaba
por desapercibido...aquellos pequeños detalles que tiene la vida junto a esa
madre naturaleza, donde nací y crecí....aquellos recuerdos enaltecen las ganas
de vivir, consiguiendo la felicidad y robusteciendo esa añorada paz interior.
Aquí, junto a la exuberante
naturaleza, de la que forman parte nuestros ríos que recorren apaciblemente su
cauce delimitados por sus orillas formadas por arena y arenilla, donde crecen
los humedales, la yerba como pasto de los animales...allí están las cristalinas
aguas del frio y correntoso RIO SAN FRANCISCO el único que nos queda sin
contaminación, lo que hace posible la vida, de las truchas que se desarrollan
entre los estanques naturales u hondonadas formados en el agitado viaje de sus
aguas...esa agua tan límpida y fresca, está en íntima relación con los líquidos
corporales y las emociones humanas...
El solo hecho de permanecer unos
minutos recostado en las orillas de este río resulta muy reconfortante, siendo
fiel testigo del viaje que hace, aquel fluido vital a través de los serpenteantes
trazados de su cauce, nos hace pensar en
las grandes decisiones que tomamos en nuestra vida como es hecho de habernos
ausentado, sin detenernos a pensar dos veces, quizás tres, en la búsqueda de la
eterna felicidad...Aquí, sentado en las
orillas san franciscanas y a la sombra de un SAUCE LLORON, en medio del viento
que sopla fuerte contra el ramaje de aquella centenaria arboleda…en medio del
asombro visualizo los rincones del pensamiento reflejados en sus aguas
cristalinas , que sin detenerse continúan su viaje lejos del bullicio del
diario vivir.., esto realmente es tonificante para el alma, lo que nos remonta
a un mundo diferente, más cerca de Dios.
Parece increíble lo vivido, es por ello que les invito a visualizar al rio “san francisco” con todos sus encantos...simplemente recostémonos unos minutos, sobre sus cansadas espaldas, y pensemos que nos encontramos sobre una superficie ondulada y suave, acolchonada de “kikuyo”...si, así...cerrando los ojos, coloquemos nuestra mente “en blanco”, quiero decir, libre de preocupaciones y viajemos mentalmente a las orillas de nuestro hermoso río “el san francisco”, como tratando de captar el ruido característico que nos deja escuchar estas límpidas aguas en su viaje encausado “golpeándose fuertemente” contra las piedras que tratan de impedir su arrastre y su viaje incansable, dando forma a pequeños oleajes, despertando así a la suave brisa que lo sentimos en el aire...Que fantástico es nuestro viaje mental, que lo aprovechamos para observar, a toda la riqueza natural en vegetación (los arboles de sauces, los chilcos, los cañaverales, etc.), que son adornos de sus orillas y mas allá en el horizonte fusionado las colinas con el firmamento, vemos surcar el espacio las aves solitarias, respirando profunda y lentamente, aquél oxígeno captado de este maravilloso rincón natural, nos invade todo nuestro ser; luego de habernos desconectado por unos momentos de la realidad...ustedes allá, en donde estén, quiero decirles que algún día volverán...mientras tanto seguiré siendo fiel testigo, de esta HERMOSA REALIDAD... aquí están los sauces llorones, que no esconden su nostalgia, llorando incansablemente por vuestra ausencia...estos centenarios árboles continuaran estoicamente soportando el paso de los tiempos, esperando el regreso de aquellos hijos que se marcharon sin despedirse, ni siquiera de aquella sombra que día tras día cobijan las frías y cristalinas aguas del SAN FRANCISCO.
Por
aquella obligada ausencia y distancia que les separan de nuestro pueblo,
aprenderemos a valorar lo que tenemos, sus espacios, sus colinas, sus ríos, las
quebradas, los pueblitos cercanos y lejanos, sus costumbres, su enraizada música interpretadas por sus
nativas “bandas de pueblo”…solo así reconoceremos el orgullo de vivir en un
Cantón como el nuestro, porque sus ventajas son innumerables, logrando en
nuestro aire, una respiración más tranquila y la anhelada paz espiritual...con
lugares a escoger para que los músculos se distiendan...aquí la calma invade
nuestro ser, permitiendo que las defensas aumenten...los niveles de azúcar desciendan,
el colesterol se reduzca, la tensión arterial disminuya, el latido cardiaco se fortalezca
y el espíritu se acreciente!...Mientras tanto seguiremos con la mirada al
horizonte del camino, en espera del ansiado regreso de los hijos pródigos, que llegarán
con el deseo de volver a cobijarse bajo la sombra de los “Sauces siempre
frondosos y llorones”...
Así se
vive con los recuerdos, en nuestra pequeña y gran ciudad, que por seria el
lugar escogido para “una mejor forma de vivir” por más de un centenar de: “LOS
JUBILADOS DE TODO EL PLANETA”.
¡¡Hasta
pronto amigos y amigas!!
Cuenca, 18 de octubre
de 2012