martes, 3 de julio de 2012

¡EL APOSTOL SANTIAGO Y SU MES DE FIESTAS...!

RECORDANDO LOS VIEJOS TIEMPOS:

Por: Dr. Nelson Muy Lucero, MD


Sigue siendo una de las fiestas más tradicionales de este NOBLE y ORGULLOSO pueblo llamado SANTIAGO DE GUALACEO; con treinta días de fiestas julianas, festejos dedicados exclusivamente al santo y patrono -el apóstol Santiago- , desde el momento mismo que fuera eregida como villa, perteneciente a la corona española.
El “parque 10 de agosto” en estas festividades siempre fue considerado el punto del reencuentro familiar y el de los priostes.
“Los priostes”, fueron personajes reconocidos dentro del cantón, y otros que representaban a los barrios o a sus propias comunidades rurales; aquellos fueron los que se encargaban de la realización de las vísperas.
Desde que la sombra de la noche empezaba a cobijarnos, las familias comenzaban a llegar por todos los accesos y se comenzaba paseando, dando vueltas y vueltas por este encantador y único espacio público. Todos nos conocíamos, los saludos, los abrazos de unos a otros, como habitantes de la zona. Los vendedores ambulantes y los comerciantes bajo sus toldos, alumbrados por el favor de la “petromax”, nos entregaban un aromatizado ambiente, con la venta del canguil y los clásicos “canelazos”. Este era además el punto del reencuentro con los ausentes que reaparecían por estas festividades, regresando especialmente desde la costa, para cumplir con un doble propósito: la visita a sus familiares y su deseo de cumplir con la devoción con el santo patrono, de quién se decía que era temido “por castigador”. Todo el mes de julio, los visitantes solos o junto a su familia, continuaban llegando sin descanso, desde Cuenca y todo el austro ecuatoriano; con sus “canastos de fiambre” al hombro, escogían un lugar reservado en las extensas playas y riberas de los ríos Santa Bárbara y San francisco, porque los portales alrededor del parque desde muy temprano se encontraban repletos de devotos.
Aquel “parquecito de antaño” era muy pintoresco, siempre lo encontrábamos sembrado de plantas nativas, ornamentales y medicinales, que las tibias o frías noches junto a los cipreses aromatizaban el ambiente; aquella desbordante alegría se notaba en sus habitantes junto a las notas musicalizadas por aquellas bandas de pueblo...cada prioste se esmeraba y cada día era mejor que otro...Como juventud esperábamos con ansias que llegaran estas festividades y se prendiera la fiesta, porque junto al Festival del durazno y las Navidades, estaban dedicadas exclusivamente para la distracción de los chicos y grandes, por el bullicio y la alegría que despertaban, los cohetes, los globos, los ruleteros, los juegos populares, la vaca loca, los ratones, la danza del curiquingue, el palo encebado, luego la retreta en el centro del parque amenizada por una gran orquesta, desatándose el baile popular junto con las caras bonitas de las “guapas doncellas gualaceñas”, que rara vez salían de sus casas, a no ser por estas ocasiones y las misas del domingo, estas eran únicas oportunidades que no las podíamos perder para verlas y cortejarlas, porque siempre estaban bajo la atenta mirada de sus padres, abuelos, tíos, hermanos y servidumbre los que caminaban muy cerca de ellas...pero con una buena dosis de astucia, se encontraba un espacio y un tiempo para el flirteo, la sonrisa acompañado de una “guiñada de ojos”.
 Como “colegiales” no podíamos fallar, porque eran de las poquísimas ocasiones que las calles de la ciudad se llenaban de gente por la noche, el bullicio era general, sin peligro como hoy con tanto vehículo motorizado, las caminatas estaban acompañadas por la encantadora música popular, el reventón de los cohetes, el ¡BUM! de las parahuillas y el envío de los globos multicolores, dejando como último para enviarse el gigantesco globo con la imagen del apóstol Santiago.  Como recuerdo observando a familias enteras, grupos de gente y jorgas con las sonrisas y risas a carcajadas, las conversaciones en voz alta debido al bullicio de la jornada, todos esperando la quema del gran castillo, para luego emprender el regreso que nadie quería a casa pasados las once o doce de la noche.
Los traslados de la imagen del santo hasta los domicilios de los priostes en procesión, de igual manera al día siguiente el regreso de la imagen de Santiago a su Iglesia estaban acompañados por las alumbrantes con su correspondiente vela encendida y vestidas con su mejor traje caminaban con donaire a paso lento, formando dos hileras a los costados de las calles...para luego observar un espectáculo de danzas y bailes tradicionales de la región, presentaciones exclusivas con las adolescentes del pueblo, que adornadas con trajes y chales multicolores, con alpargatas, sombrero y paraguas, bailando y tejiendo las cintas multicolores acompañadas de su infaltable personaje “el rucu que con su látigo” que se abría paso entre la multitud haciendo mayor el espacio y brindando comodidad a las danzantes que adornaban y daban realce a estas festividades.
Las calles de este pueblo, se transformaban en un lugar de competencias con la práctica de diversos juegos, y deportes (el indor fútbol, la carrera de los carros de tabla, etc.,), no había ningún premio especial, más que el honor de ser aplaudido y admirado. El juego de las cintas “el más esperado”, consistía en que estas tenían una argollita en uno de sus extremos y colocadas en un cuerda en sentido transversal a la calzada y a determinada altura; entonces el deportista en su bicicleta o cabalgando en su caballo, llevando en su mano izquierda una espina larga o un objeto “punzante” debía al paso prender por la argolla y si lo lograba esa cinta tenía un número, que correspondía al premio al que se habría hecho acreedor, el participante. Los varones del pueblo no podían participar en este juego más de una vez y por ello entre ellos se pugnaban por lograr pasar bajo aquellas cintas codiciadas.
Creo que ha llegado el momento de hacerles despertar a los líderes de nuestros barrios para impulsar nuevas formas de hacer y rescatar “las fiestas populares”; revivamos juntos estas festividades que tanto necesita nuestro pueblo para unirse más y vivir mejor organizados; si lo logramos marcaríamos un nuevo hito en la historia de nuestro hermoso Cantón.
Cuenca, 3 de julio del 2012