Por: Nelson Muy Lucero, MD.
Los orígenes del carnaval, según algunos historiadores, se pueden remontar hasta el tiempo de los egipcios y sumerios hace unos 5000 años.
Se cree que las celebraciones con mayor influencia son las de los romanos en la época de esplendor del Imperio, cuando en honor al dios Baco “el dios del vino”, las gentes estaban durante días en una fiesta compartiendo como iguales junto a los esclavos.
En el siglo XV, con la llegada de los europeos a América, la fiesta del carnaval se introdujo en el nuevo continente.
Esta celebración tiene sus orígenes en antiguas tradiciones paganas, como la mayoría de las festividades de la vieja sociedad europea cristiana.
Los españoles y los criollos impusieron letra castellana a los ritmos indígenas, para ser aprovechados en sus diversiones, ya que coincidían con las fechas en que los europeos hacían los carnavales...con aquellas coplas hechas melodías se tocaban y bailaban hasta el amanecer.
En la actualidad la fiesta del carnaval se celebra en los 3 o 4 días anteriores al miércoles de ceniza, día que marca el inicio a la Cuaresma cristiana. Estas fiestas preceden a un supuesto tiempo de recogimiento y ayunos.
En Gualaceo, la ancestral celebración del Carnaval antiguamente considerada como fiesta pagana, se mantiene viva y es parte de la identidad del primer cantón azuayo. Sus vivencias y costumbres han dejado sus huellas...“Era una fiesta familiar que integraba a las ‘criadas’ (empleadas de la familia)”. Nadie se desplazaba a los balnearios, como lo es ahora.
En los balcones, en los portales y en los amplios patios internos de las casonas se ubicaban la gente para lanzar con delicadeza, las bombas o un “baldazo” con agua. Todo era algarabía y diversión. A más de ‘la mojada’, entre padres, hijos y amigos se echaban el papel picado, en el cabello, serpentinas por el cuello, la maicena o el perfume y en estos tiempos la carioca.
La alegría, el baile, la comida y la bebida siguen siendo los aspectos centrales de la fiesta más popular. La mojada se asentaba con el “traguito con agüita de sanguracha hirviendo”...arribando al mediodía todos los familiares, amigos e invitados a sentarse a la mesa ubicada en el corredor, sobre ella un gran mantel y sobre este los platos más exquisitos de la gastronomía tradicional un apetitoso mote pata, es tan nuestro porque el maíz es americano y el mote surgió en esta tierra, mientras que “pata” no hace referencia a la extremidad animal, sino a pata como lugar de concentración y comunión de los humanos, entonces el “mote-pata”, es la comida para compartir...junto a este plato típico viene un festival de carnes...el “mote pata” (sopa compuesto de mote, “humacara” y carne de puerco y pepa de zambo)
Otra tradición de esta tierra se daba esa convivencia del vecindario en torno al cerdo, el chancho muerto y los derivados que de el surgen: primero las cascaritas del chancho, mas tarde los chicharrones, morcillas, sancochos, fritada, maíz tostado y los tamales; estas suculentas delicias eran compartidas con un “draque” o “canelazo” ofrecido por el dueño de casa.
Esto es el carnaval gualaceño con abundantes manjares, los más espectaculares de la temporada: miel de higos, durazno, dulce de leche, acompañado de cremoso quesillo amasado “el queso” y el infaltable pan de carnaval, este hecho, hecho con harina de trigo o maíz y manteca de cerdo
Un ligero descanso “para pasar la comida”...nuevamente la música...retumba...a todo volumen...
“Al golpe del Carnaval todo el mundo se levanta (bis)
que bonito es Carnaval Mas conociendo la voz (bis)
del que suspirando canta (bis)
que bonito es Carnaval
Si el pecho de cristal fuera se vieran los corazones (bis)
que bonito es Carnaval No hubieran falsas caricias (bis)
ni se ocultaran traiciones (bis)...”
La gente en los barrios se vuelcan a sus esquinas nadie pasa sin mojarse...y continuaban los infaltables recaudadores...peseta o agua...unos se salvaban y los que no tenían a la silla del tormento...el agua le caía como en cascada...había que tomar mucho aire, para evitar la sensación de ahogo, porque el agua no paraba de fluir sobre el “castigado”...Todo se compartía como en familia. Incluso, entre las jovencitas se prestaban ropa seca para evitar un resfrío. “En ocasiones las prendas nunca regresaban, como tampoco se retiraban las que se dejaban”.
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Desde hace algunos años en nuestro cantón, esta celebración se pretendió “culturizarlo” manteniendo elementos de modalidad europea. De ahí vienen los bailes de disfraces, las comparsas, los carros alegóricos, la música, las canciones, tratando a toda costa de eliminar “el juego con agua”. Pero el juego con agua esta tan arraigado que se resiste a desaparecer esta costumbre repartiéndolo a diestra y siniestra al transeúnte que pasa por su vereda...mientras tanto en otros barrios se jugaban con “hollín” o “negrohumo” de las ollas de barro, manteca de color, huevos y harina a granel...incansables caminábamos hasta los ríos Gualaceo y San Francisco...para el baño final.
Todo esto sucedía, mientras la gente (viejos y guambras) bailaban, cantaban, tocaban la guitarra, flauta, bombos, rondadores, tomaban chicha de jora y otros degustaban un tamal (un plato típico de masa de harina de maíz),
El licor se elabora en los trapiches. Donde hace un poco más de un siglo, centenares de campesinos se dedicaron a la siembra exclusiva de la caña de azúcar. Durante varias décadas la gente trabajó en los cañaverales para vender el guarapo a las destilerías.
“Sin aguardiente no hay fiesta. Nuestros ancestros lo decían y las generaciones posteriores lo repetían, que puede faltar “taita cura” pero no el trago. Yo le doy la razón”, sentenciaba taita carnaval quien era el hacendado organizador de los banquetes del pueblo.
“La gastronomía carnavalera y el aguardiente era una combinación maravillosa para alegrar las parrandas y el Carnaval.
Estas fiestas presentan sus rasgos propios, en cada comunidad o parroquia del Cantón Gualaceo. Esos aspectos distintivos, están cargados de historia, tradición y espectacularidad.
Hoy estas fiestas tienen un objetivo y aquello es atraer turistas, mediante el empleo de carros alegóricos, comparsas, desfiles y en lugar del clásico lanzamiento de agua se pregona el uso de las espumas reconocidas como “cariocas” entre los participantes del “desfile por carnaval”.
Mientras esto sucede yo y mis amigos de mi tiempo, seguiremos con las bombitas de agua, polvito y serpentinas y si me ven sin platita a baldazos de agua perseguiremos al que huye, gozando, saltando y bailando al compas de nuestra música preferida y con los infaltables “canelazos”, traguitos que sirven para alegrar más la fiesta...perdónenme pero soy tradicionalista...
”... que bonito es carnaval no sea cosa que el otro año (bis)
Ya nos toque la partida (bis)”.
A todos ustedes mis amigos...”UNOS FELICES DIAS DE CARNAVAL...”
Cuenca, 15 de febrero de 2012